Desde y por sus tierras, mujeres uruguayas
Visiblemente protagonistas de los paisajes rurales, en un tiempo que augura conquistas de una mayor participación en la vida pública del país, las mujeres rurales han comenzado a salir de las “las casas” al “predio” sumando, a las tareas del hogar, el trabajo de campo.
Hoy llevan adelante proyectos de vida antes reservados para los hombres y roles sociales que dignifican la calidad de la familia rural toda. Asalariadas, productoras, dirigentes de gremiales y cooperativas, profesionales del agro, mujeres que han luchado en silencio, para sostener empresas familiares, en momentos de crisis y dificultades económicas, particularmente en el sector agropecuario.
La Asociación de Mujeres Rurales del Uruguay (1994) es una agrupación civil integrada por más de dos mil mujeres, distribuidas en grupos con rubros productivos diversos en todo el país. En su plataforma tienen un gran componente social, se busca mejorar la calidad y masificación de sus productos incidiendo en la mejora de las condiciones de vida de las mujeres y la familia rural en su conjunto (derechos de género y otras problemáticas asociadas a los contextos específicos), pero también infraestructura y bienestar material y sanitario.
Entre las asalariadas, las mujeres rurales vienen participando en todas las actividades; en la ganadería es más frecuente encontrarlas de caseras, responsables de la limpieza y cocina del personal, menos habitual es hallarlas entre la peonada. En la forestación y citricultura ocupan posiciones que exigen una motricidad fina y sentido del cuidado, como en viveros y recolección de frutas. En la agricultura y lechería se las encuentra acompañando la adopción de tecnología, capacitándose para manejar maquinaria,en plantas de silos, en laboratorios de semillas, en controles de calidad,entre otras actividades vinculadas a dichos rubros de producción.
Hay muchos ejemplos de productoras que promueven el desarrollo de emprendimientos productivos que destacan conocimientos locales en tejidos, hierbas aromáticas o farmacológicas, en el desarrollo de dulces con frutos nativos, etc. En gremiales hay mujeres dirigentes con agendas propias,las hay también entre las colonas y en cooperativas agrarias.
Increíblemente cuando hablamos de las profesionales del agro, recordamos que cuando se abrió la carrera de ingeniero agrónomo fue exclusivamente para hombres fuertes (en el novecientos había que tener una altura, un peso y una fortaleza suficientes que permitieran desarrollar el trabajo de transformación del mundo natural al del paisaje agrario); en la actualidad, la equiparación entre hombres y mujeres que obtienen títulos universitarios en Agronomía y Veterinaria es un significativo indicador que la igualdad de oportunidades para acceder al conocimiento y al mercado laboral atenúa inequidades en todos los ámbitos de la vida.
A partir del 2001 (Ley 16074) hasta la fecha, los derechos de los/as trabajadores/as rurales se han ampliado con la adopción de normas generales o específicamente dirigidas a ellos/as. Las mujeres han sido protagonistas indiscutidas de dichos logros, aún queda mucho por hacer a nivel del Código Rural vigente. Recorriendo el país, a nivel de talleres, hemos sabido valorar e interpretar las reales necesidades de las mujeres del interior del país y de la nueva ruralidad que hoy nos compromete como sociedad a profundizaren la legislación actual. Falta mucho por hacer en relación a políticas de financiación -pública y privada- enfocadas específicamente a las empresas pequeñas y medianas lideradas por mujeres rurales.
Actualmente el índice de masculinidad en el Uruguay rural se mantiene 130 hombres cada 100 mujeres desde hace cincuenta años; la emigración por pautas culturales establecidas excluyen a las mujeres de la producción – a pesar de los avances a nivel de organizaciones y capacitaciones – que han demostrado consolidar de manera sostenida en las últimas décadas. La tasa de desempleo es mayor que la de los hombres y cuando encuentran empleo en el sector agropecuario, su remuneración es menor.
Los siglos han cambiado, también los problemas, pero para las mujeres rurales, persiste la vida como reto. Un merecido homenaje a todas ellas, a las mujeres dragones de vincha, sable corvo y pie desnudo que describe Acevedo Díaz como a las de este nuevo tiempo que siguen dignificando el valor del trabajo y la vida rural desafiando a aquellas mujeres imaginadas por la literatura gauchesca y las que construyen la cotidiana realidad social y productiva en nuestro Uruguay profundo del siglo XXI.
Por Andrea Maddalena