Mis palabras en la sesion sobre Economía, Impuestos, Seguridad y Educación
SEÑOR BORDABERRY.- Señor presidente: agradezco a las bancadas del Partido Nacional y del Partido Independiente, que acompañaron el pedido de sesión para el día de hoy.
El artículo 168 de la Constitución establece que al presidente de la república, actuando con el ministro o ministros respectivos, o con el Consejo de Ministro, le corresponde informar al Poder Legislativo, al inaugurarse las sesiones ordinarias, sobre el estado de la república y las mejoras y reformas que considere dignas de su atención.
A su vez, en el artículo 177 se dice que al iniciarse cada período legislativo –o sea, también el 1.º de marzo– los ministros darán cuenta sucinta a la Asamblea General del estado de todo lo concerniente a sus respectivos ministerios.
Por su parte, el artículo 180 –también de la Constitución– permite, además, que los ministros, si así lo desean, participen de los debates en la Cámara de Senadores, en la Cámara de Representantes o en la Asamblea General, con voz pero sin voto.
Estas normas se aplican muy poco, y este informe ha pasado un poco inadvertido, y creemos que no es bueno para la salud institucional del país que un informe de la importancia que tiene el del presidente de la república sobre el estado del país, las reformas y mejoras que considera dignas de su atención, pase desapercibido. Además, se trata de algo que heredamos de los principios artiguistas, pues todos sabemos que Artigas, para proponer el sistema constitucional, se basó en el sistema norteamericano, que contempla el discurso del Estado de la Unión. El primero fue pronunciado en el año 1790, nada más ni nada menos que por George Washington. Este hábito tuvo un breve interregno, pero luego, inequívocamente, todos los años se hizo y se hace el discurso del Estado de la Unión. A su vez, los norteamericanos lo tomaron del discurso de la Reina, pues desde hace 480 años se da en Inglaterra –por parte de la Reina– el discurso anual al Parlamento. Y ese discurso no es poca cosa, pues es una muestra tremenda de la sujeción de la Reina al poder del pueblo; el discurso lo lee la Reina, pero es escrito en su totalidad por el gobierno con mayoría parlamentaria.
Asimismo, en España, sin una norma que lo haga obligatorio desde el año 1983, a partir de una iniciativa del entonces presidente del Gobierno de España, del Partido Socialista Obrero Español, Felipe González, el presidente concurre al Congreso de los Diputados y se da el debate sobre el Estado de la Nación. Quien haya tenido la oportunidad de verlo, sabrá que realmente impresiona por su calidad. El presidente del Gobierno comparece con sus ministros, habla de todos los temas, luego se da la palabra a los jefes de cada bancada, quienes contestan, y se conforma así un debate realmente muy profundo.
Esto habla de la salud de esas democracias, donde el debate del estado de la nación se da al comienzo del período legislativo lo que, además, ayuda a que el Parlamento trabaje mejor durante el año, pues se discuten cuáles son las prioridades. Entendemos que ese mensaje del presidente de la república sobre el estado de la nación nunca debería pasar desapercibido.
Aspirábamos a que esta instancia se llevara a cabo en la Asamblea General, pero en la coordinación de bancada se nos dijo que era mejor hacerlo aquí en el Senado, y no tuvimos inconveniente.
El mensaje del presidente de este año, concretamente de fecha 29 de febrero de 2016, consta de 20 páginas; por su parte, el mensaje de los ministros está dispuesto en los tomos que todos recibimos, en los que se establece el estado de cada ministerio.
Si analizo el mensaje del presidente de la república –tema sobre el que vamos a discutir en el día de hoy–, en primer lugar podría decir que hay cosas con las que coincido y cosas con las que no. Pero quizás lo que más me llama la atención de este mensaje es lo que falta, porque en realidad dice que todo está bien. Comenta los logros y las cosas que se van a hacer, pero en ningún lado dice qué es lo que está mal; solamente se dedican tres líneas a la autocrítica, en la página 11, cuando el doctor Vázquez dice: «no por ello debo negar que sin embargo, existen áreas problemáticas y situaciones difíciles de la vida del país. El Gobierno Nacional no es ajeno o indiferente a esas problemáticas y a esas situaciones». Pero no dice cuáles son esas problemáticas, y es una lástima, porque un mes y medio después convoca a la oposición a dialogar sobre la seguridad pues la situación es un caos; y ahora, tres meses después, nos desayunamos con que la economía en el Uruguay es un desastre y hay que poner impuestos a los que ganan $ 30.000.
Creo que lo primero que tenemos que hacer es analizar el informe y también las omisiones. Por ejemplo, señor presidente, notamos que no hay una sola línea dedicada a lo que pasó en Ancap, a pesar de que votamos una capitalización de USD 650:000.000; me parece que se trató de un hecho importante que hubiera ameritado que se hiciera referencia a él. A nuestro juicio, cuando se habla del estado de la república se hace referencia a lo que está bien, pero también a lo que está mal.
El informe del presidente –estoy seguro de que todos lo leyeron– está estructurado en tres capítulos: política de gestión de gobierno, políticas públicas y sociales, y economía y producción del trabajo. Obviamente, por una cuestión de tiempo, no vamos a poder referirnos a todo el informe, pero vamos a destacar algunas cosas que creemos que están bien y otras que consideramos que están mal. Además, nos vamos a focalizar en los tres temas que creo que a todos los ciudadanos les preocupan más hoy, que son: el primero, la educación; el segundo, la seguridad, y el tercero, la situación económica.
En el primer capítulo, que refiere a la política de gestión de gobierno, el presidente de la república comienza diciendo que han logrado que el Ministerio Público y Fiscal se constituya como un servicio descentralizado. Yo creo que eso es un gran logro, un avance, y todos colaboramos con nuestro voto para ello. Pero lo segundo que pone como logro es la transformación del proceso penal, y sinceramente debo decir que se apresuró, porque justamente en la Comisión de Constitución y Legislación se está considerando ahora un proyecto de ley para posponerlo –es seguro que no se pondrá en práctica este año, sino el que viene– y, además, la intención del presidente, aunque lo convencimos de que no lo hiciera, era pasarlo para el 2019.
Entonces, me parece que hay que hablar de los logros cuando se concretan. Decir que es un logro la aprobación del Código del Proceso Penal me parece que no es el camino; en todo caso, debería decir que el logro se obtendrá cuando se concrete. Además, todos sabemos que no estará vigente para el 1.º de febrero de 2017 porque es imposible, ya que no están los recursos para ello.
Además, si hablamos del Poder Judicial, llama la atención que no se mencione la deuda que tiene el Estado con los funcionarios de ese Poder, con sentencia ejecutoriada.
En ese mismo capítulo –y quizás sea una de las cosas sobre las que más tendremos que hablar–, el doctor Vázquez sostiene –en algo que coincidimos– que: «la convivencia ciudadana y la seguridad púbica van de la mano con el compromiso asumido de reducir drásticamente los delitos, continuando con la lucha frontal al narcotráfico, al lavado de activos y a los delitos precedentes». Estamos de acuerdo; no hay convivencia ciudadana y seguridad pública si no reducimos drásticamente los delitos. Cuando analizamos cuáles son los logros a que hace referencia el señor presidente de la república, nos encontramos con que en la página 4 del informe dice que un logro es la nueva ley orgánica policial, otro está dado por los nuevos protocolos de actuación entre el ministerio y la fiscalía, y otro es la emisión de cédula de identidad y pasaporte electrónicos. Entiendo que estas cosas son importantes, pero este mensaje presidencial no dedica ni una línea a los homicidios; ni una línea a la promesa que hizo en la campaña electoral de bajar un 30 % las rapiñas; ni una línea a los hurtos, copamientos, violaciones y secuestros; nada.
Durante el verano, el señor ministro Bonomi concurrió a una sesión de la Comisión Permanente y nos mintió: nos dijo que había bajado la cantidad de delitos contra la propiedad. Señores senadores: revisen la versión taquigráfica. Asimismo, le preguntamos cuándo iba a entregar las cifras del observatorio del Ministerio del Interior sobre seguridad y nos respondió que el 1.º de marzo. Llegó ese día y no lo entregó; acaba de hacerlo la semana pasada con el anuncio de que presuntamente durante quince días de mayo, con un nuevo sistema operativo, habrían bajado las rapiñas en algunas zonas del Uruguay. El señor ministro Bonomi faltó a la verdad. No bajaron los delitos contra la propiedad; ni siquiera los hurtos, como sostuvo en enero.
Cuando accedemos a la información, nos encontramos con que el señor presidente no hizo alusión a la situación de la seguridad ni a los resultados porque son desastrosos. Voy a citar algunos datos gráficamente: el número de homicidios en 2011 fue de 199 y el año pasado, de 296. Según los datos del ministerio, hubo un 8 % de crecimiento y desde hace tres o cuatro años se han asentado por encima de los 280.
El señor ministro también es muy afecto a hacer comparaciones. Dice que Uruguay no está tan mal porque hay 8,9 homicidios cada 100.000 habitantes, pero sí, estamos mal. Si comparamos, por ejemplo, la ciudad de Montevideo, con la de Nueva York, vemos que cada 100.000 habitantes en Montevideo hay 14,3 homicidios, mientras en Nueva York hay 4 y en Madrid 1. Por lo tanto, alguien que vive en Montevideo tiene catorce veces más posibilidades de que lo maten que si vive en Madrid. Está bien; me van a decir que estoy hablando de Madrid, de Europa; están en crisis, pero no nos comparemos con Europa. Crucemos el charco y comparémonos con Buenos Aires –una ciudad que siempre ha sido más violenta que la nuestra–, donde hay 6,4 homicidios cada 100.000 habitantes, o sea menos de la mitad que en Montevideo.
¿Por qué hay tantos homicidios? Nos dirán que es por muchos motivos, pero es bueno saber que hoy en día cada vez se aclaran menos homicidios. De cada diez, cuatro quedan sin resolver; eso es un desastre. En el año 2011 eran 2,5 los que no se aclaraban; en el 2012, 3 y ahora más de 4. El 43 % de los homicidios no se aclaran y ¡vaya si eso es un problema! No nos comparemos con Tokio, donde se aclara el 100 % de los homicidios, pero ¡vaya si tenemos que hacer referencia a nuestra situación, que es mala!
El segundo delito que se menciona en el informe son las rapiñas. En 1990 en el Uruguay había 2.500 rapiñas por año; en 2005, 9.000; en 2010, 15.000 y hoy hay 21.000. Ha habido un aumento constante de las rapiñas y de los hurtos. En enero el ministro nos dijo que había bajado el número de hurtos, pero se apresuró porque estos también aumentaron. Por lo tanto, hay más homicidios, más rapiñas y más hurtos y se aclaran menos delitos.
Al mismo tiempo, tenemos que ver lo que sucede con el presupuesto. En 2005 entregamos al señor ministro del Interior el equivalente a USD 150:000.000 y hoy estamos arriba de USD 700:000.000. O sea que gastamos cuatro veces más y tenemos más homicidios, más rapiñas y más hurtos.
Creo que quedaron atrás las explicaciones que nos daban de que era una sensación térmica y, si para muestra basta un botón, alcanza con ver lo que pasó el otro día a la vuelta del Cerro. Nos mostraron imágenes de cosas que uno pensaba que solo podían ocurrir en países de Centroamérica y en películas.
Hace un momento dijimos que no se aclara el 43 % de los homicidios; tampoco se aclara el 90 % de las rapiñas. Cuando un rapiñero sale a rapiñar, vaya si le conviene porque de cada 10 rapiñas agarran a uno, a pesar de que se cuenta con más dinero, más presupuesto. Y eso tiene una repercusión en el PIB: la inseguridad nos está costando USD 1.870:000.000.
Quizás llegó la hora de cambiar al señor ministro. En algún momento se darán cuenta de que alguien que fracasa de esta forma no debería seguir en el ministerio.
Además, es una lástima que en el informe del presidente de la república y en el del ministro del interior no se diga nada de esto; no se haga referencia a lo que les tiene que interesar a los ciudadanos y a lo que estamos debatiendo en el día de hoy, porque vamos a aumentar penas, a aprobar el Código del Proceso Penal y a hacer una cantidad de cosas.
En otra parte del primer capítulo, el gobierno nos dice que ha mejorado la gestión pública, que Uruguay es un referente latinoamericano en la sociedad de la información. ¡Bravo! Señala que hay un fortalecimiento en la posición de liderazgo de Uruguay en América Latina y el Caribe y que estamos en primer lugar. Cita algo muy bueno: hoy hay historia clínica oncológica digitalizada, lo que es muy bueno; por otro lado, la semana pasada fallecieron ocho ancianos en un residencial. ¿Por qué? Entre otras cosas, porque la Dirección Nacional de Bomberos no puede con las solicitudes de permisos que le presentan: hay 17.000 en espera. Quiere decir que quienes estamos en primer lugar, quienes tenemos el liderazgo en América Latina en la gestión pública de gobierno, no podemos aprobar los permisos de incendio.
Necesitamos un poco de autocrítica y, si vamos a hablar de gestión pública, voy a resistir la tentación de referirme a la gestión de Ancap, porque creo que todos aceptamos que fue muy mala, al extremo que han cambiado al directorio y se han tomado medidas internas.
El segundo capítulo refiere a las políticas públicas y sociales, incluyendo a la educación. Cita como un logro el Sistema Nacional Integrado de Cuidados, que creo que lo es. Pero el logro no es que se haya aprobado la ley, sino que se ponga a funcionar y realmente llegue a mucha gente. Bueno, nos dicen que es un logro, pero hay que implementarlo y no solamente anunciarlo. Esperemos que lo hagan rápidamente.
También se señala como un logro el fortalecimiento del Sistema Nacional de Emergencias, la coordinación y una cantidad de cosas; es cierto. Dicen que se creó el Sistema Nacional de Infraestructura, que se firmó un convenio con la Corporación Nacional para el Desarrollo, que se fortaleció el Sistema Nacional de Puertos y que se iniciaron acciones para implementar un sistema de gestión ferroviaria. Pero ¿y los logros? ¿Las carreteras? ¿Los caminos? ¿Las rutas? De eso no hablamos. ¿Cuántos kilómetros se construyeron? ¿Cuánto se concretó? De eso nada se dice.
Quizás lo más preocupante de este capítulo sea lo relativo a la educación. Si van a la página 6 vuelto, verán que en el literal D se habla de la educación. A este tema, que es el más importante que tiene el país, el informe de estado de la nación le dedica un párrafo –¡un párrafo!– que dice que se generaron las condiciones para dar cumplimiento a las metas trazadas por el gobierno y la puesta a punto de los equipos de trabajo. Si el logro de un año es haber generado las condiciones para cumplir las metas y poner a punto los equipos de trabajo, estamos en serios problemas. Además, si observamos los números de la educación, vemos que esto es un desastre. ¡Quizás sea la urgencia más grande que tenemos, pero no nos damos cuenta!
Nuestros niños y jóvenes aprenden menos que hace diez años y no lo decimos nosotros, sino las pruebas Terce de la Unesco, la evaluación nacional para 6º año de Primaria –es decir, nosotros mismos– y, obviamente, las pruebas PISA. Además, somos el país con mayor desigualdad e insuficiencia educativa por contexto socioeconómico del mundo. Estamos primeros en América y primeros en el mundo en cuanto a desigualdad e insuficiencia educativa.
En lo que tiene que ver con la educación media, las pruebas PISA muestran lo siguiente. En 2003, Uruguay estaba primero en matemática entre los países latinoamericanos, con 422 puntos; segundo estaba México, con 385 puntos y lejos, muy lejos, estaba Brasil, con 356 puntos. En 2006, al año de haber asumido el doctor Vázquez, seguíamos primeros en América Latina, con 427 puntos; segundo estaba Chile, con 411; tercero, México con 406; y después venía Argentina, con 381 y Brasil, con 370. Ahora ya no somos los primeros; nos pasaron Chile y México. Eso no se debe a que ellos hayan crecido mucho, sino a que nosotros bajamos; pasamos de 427 a 409 puntos. ¿Sabe qué, señor presidente? Nos viene alcanzando Brasil. Lo peor de todo esto es que más de la mitad de los jóvenes uruguayos están por debajo del umbral de competencias en matemática en las pruebas PISA. ¿Qué quiere decir estar «debajo del umbral de competencias»? Que no tienen la capacidad para seguir estudiando, y lo mismo pasa en lengua y en ciencias.
Ahora bien, la gran desigualdad es que hoy las posibilidades que va a tener un uruguayo dependen de dónde haya nacido. Entre los que nacen en el quintil de mayores ingresos, el 13% no llega al umbral, esto es, 1 de cada 10. Ahora, entre los que nacen en el quintil de menos ingresos, el 90 % no llega al umbral, esto es, 9 de cada 10, exactamente lo contrario de lo que sucede en el quintil de mayores ingresos. Estamos creando una sociedad de total desigualdad a partir de la educación y ¡ni que hablar en cuanto a la culminación de los ciclos educativos! La educación media superior la termina el 7,6 % del quintil de menores ingresos, esto es, no llega a 1 de cada 10; en cambio, el 70 % lo logra en el quintil de mayores ingresos, o sea, 7 de cada 10.
Si vamos a las pruebas Serce y Terce de educación primaria, tiene que llamarnos la atención lo siguiente. Entre 14 países, 8 mejoraron en lectura y Uruguay se mantuvo. En 6º grado, mejoraron 7 países y Uruguay bajó 10 puntos. En matemática de 6º grado, 10 países mejoraron y Uruguay bajó 11 puntos.
No hay futuro en un país si no atendemos esto y tampoco hay futuro si no hay maestros. ¿Y qué nos pasa? Cada día egresan menos maestros y profesores. En 2005 egresaron 1414 maestros, mientras que en 2014 lo hicieron 722, es decir, la mitad. En nuestro país hoy egresa la mitad de maestros que hace 11 años. ¡Sin maestros no hay educación!
Creemos que hablar del estado de la nación es hablar del estado de la educación en la nación; no podemos obviar eso. El gobierno debió haberle dedicado más que un párrafo a la educación en su mensaje a la nación.
Anuncian que están construyendo un Plan Nacional de Cultura y que pronto van a enviar un proyecto de ley en ese sentido. En la Comisión de Educación y Cultura hay, desde hace un año, un proyecto de ley que crea la Agencia Nacional de Cultura. ¡Los tiempos del gobierno no parecen ser los tiempos de las necesidades y urgencias del país!
Llegamos al capítulo relativo a la economía. El 29 de febrero de este año, hace tres meses, el doctor Vázquez decía: «Uruguay ha logrado sustentar una macroeconomía sólida y una actividad productiva creciente». Esto figura en la página 8 vuelto. Luego expresa: «Y el crecimiento económico constituye un elemento clave para la determinación de los ingresos que sustentan la política fiscal». Más adelante señala: «El presupuesto aprobado 2015-2019 constituye un pilar fundamental sobre el cual descansan la estabilidad macroeconómica, la continuidad del carácter inclusivo del crecimiento, la preservación del clima de confianza».
Esto es lo que nos decían, no en las elecciones de 2014 –cuando prometían una cantidad de cosas–, sino hace dos meses y medio. Manifestaban que estaba todo bien en la economía, que era maravilloso. ¿De qué nos enteramos ahora? De que hay que ponerles impuestos a los uruguayos que ganan $ 30.000 porque los números no dan, que se está haciendo un ajuste fiscal y que nos han mentido a todos, no una sino varias veces. Lo hicieron cuando dijeron que no iban a aumentar la carga tributaria; lo hicieron cuando nosotros avisamos aquí, en 2013, que había que cambiar el rumbo y parar la fiesta de las empresas públicas; lo hicieron en los tiempos electorales, cuando prometieron que no iban a aumentar los impuestos ni la carga tributaria. ¿Y ahora qué nos dicen? Que la economía se estancó y que obliga a revisar el discurso. Ahora nos enteramos de que lo que decíamos el año pasado cuando se estaba considerando el proyecto de ley de presupuesto era cierto.
(Suena el timbre indicador del tiempo).
SEÑOR BORDABERRY.- Agradezco a los señores senadores que acompañaron el pedido de prórroga de mi exposición.
Aclaro que entendí que íbamos a tener el régimen normal y así lo consulté, a través de nuestro secretario de bancada, antes de empezar esta sesión.
Cuando se solicitó este cuarto intermedio estaba por empezar con el capítulo final, es decir, con la parte del mensaje del Presidente de la República –de hace dos meses y medio o tres– que decía que el Uruguay tenía una situación macroeconómica sólida basada en un crecimiento económico y en ingresos suficientes que sustentaban la política fiscal, entre otros, en el Presupuesto aprobado para el período 2015-2019. Esto fue dicho hace dos meses y medio. Y resulta que ahora nos encontramos con que lo que nos dijeron no era cierto, con que faltan USD 500:000.000, con que tenemos que ponerles impuestos a los que ganan $ 30.000 y con que tenemos que hacer lo que está haciendo el Gobierno en este momento, es decir, un ajuste fiscal.
Recordarán los señores senadores que integraban esta cámara en el período pasado –creo que estaban las señoras senadoras Moreira, Topolansky y Xavier y los señores senadores Agazzi, Heber y Michelini, entre otros–, que nos tocó interpelar al ministro de Economía y Finanzas en el año 2013 y le avisamos del problema que se venía y hasta presentamos una moción para que se cambiara el rumbo, en especial, en las empresas públicas y con relación al déficit y nos dijeron que no, que la situación económica de bonanza era fruto de las grandes decisiones de política económica que se habían tomado y que no había viento de cola. Sin embargo, ayer nos enteramos de que era por el viento de cola y que ahora el viento está de frente; hemos gastado más dinero del que teníamos que gastar, hay que ajustarse los cinturones y empiezan por los trabajadores y los jubilados, nada más ni nada menos: ¡por los trabajadores y los jubilados!
Además, hace unos pocos días una de estas agencias que nos califican en relación con el grado inversor, Moody’s, les avisa que hay una desaceleración económica, un panorama inflacionario favorable y una dependencia de las economías de la región con desempeño negativo. ¿Se acuerdan del «más y mejor Mercosur»? ¿Y del «estribo de Brasil» y del «vamos con los Kirchner»? Ahora nos dicen que la región nos está tirando para atrás, que hay un alto nivel de dolarización, una creciente carga de interés en la deuda pública y que aumenta el riesgo de que las cuentas fiscales no respondan de la manera que las autoridades esperan. Según los responsables de la agencia, todo esto pone presión sobre la calificación y su perspectiva, mientras que el presidente de la república, en cadena, nos dice que va a trabajar para no perder el grado inversor lo que, precisamente, aumenta más la presión sobre el grado inversor y nos alerta del déficit fiscal en el Uruguay.
A esto se suma que están bajando las reservas, lo mismo que advertíamos hace un tiempo. El año pasado, cuando nos decían: «estamos en un nivel de reservas tremendo, tenemos USD 18.500:000.000», contestábamos: «no digan esa barbaridad, porque esos USD 18.500:000.000 no son nuestros». Ahora reconocen que esos USD 18.500:000.000 bajaron a USD 13.400:000.000 y, de estos, son nuestros poco más de USD 4.000:000.000. Quiere decir que teniendo la posibilidad de solidificar la economía, la han debilitado.
El núcleo industrial volvió a niveles negativos, lo que produce alza en el desempleo. Hay un estudio muy claro que dice que ese verso de que pague más el que tiene más no se consigue con el IRPF porque tiene bajo impacto distributivo. El impuesto a la renta, del que tanto se habló, casi no tiene impacto distributivo –es muy bajo– y, encima, caen los ingresos de Rentas Generales.
Cuando vienen estos momentos difíciles en que hay que encarar los temas complicados es cuando realmente se ve quiénes los enfrentan y toman las decisiones como hay que hacerlo. Como les faltaba dinero el año pasado, cambiaron las reglas de juego el 28 de diciembre –o sea, faltando tres días para cerrar el ejercicio– con un decreto que quitó el ajuste por inflación, lo que creó incertidumbre en los agentes económicos. Si a usted le faltan tres días para cerrar el ejercicio y le cambian las reglas de juego, obviamente, no va a quedar contento. Además de eso, cuando uno cierra el ejercicio toma las decisiones para el ejercicio siguiente, y si le cambian las reglas de juego faltando tres días, seguramente no va a hacer las inversiones de buen humor.
Eso está afectando el capital más grande que puede tener un ministro de Economía y Finanzas y es lo que le está pasando hoy: está perdiendo la confianza y la credibilidad de los agentes económicos, con la prueba que se mandó con el ajuste por inflación del 28 de diciembre y con la promesa incumplida de que no iba a poner nuevos impuestos ni a aumentar la carga tributaria. Con esto que está haciendo ahora creo que está perdiendo ese factor esencial que es la confianza, la confianza que no se decreta, que se gana y que tanto trabajo le dio al país conseguirla.
Entonces, ¿qué es lo que dicen? Que necesitamos bajar en USD 500:000.000 el déficit fiscal, con el consumo estancado, con un aumento de la desigualdad. Por primera vez en los últimos años, hay más baja de ingresos entre los más pobres que entre los más ricos; es la misma brecha que en la educación.
En consecuencia, ¿qué hacen? Tratan de tapar esto en diciembre, con las tarifas públicas y sacando el ajuste por inflación. Ahora dicen que tienen que juntar USD 500:000.000 y empiezan por aumentar el IRPF y el Impuesto de Asistencia a la Seguridad Social. Quiere decir que aumentan la carga a los trabajadores, entre otras cosas, porque hay más. ¿Y por qué lo tienen que hacer? ¿Por qué tenemos ese déficit fiscal? Porque vivimos años de despilfarro. Cuando les advertíamos de lo que pasaba en las empresas públicas nos respondían que estaban haciendo las inversiones que había que hacer. Sí: USD 480:000.000 en el cemento, para perder USD 30:000.000 por año y USD 140:000.000 en la cal, para perder USD 7:000.000. ¡Ni qué hablar cuando entremos en Antel y lo que vamos a encontrar allí!
Nos perdimos la oportunidad de participar en los acuerdos. Esta es una herencia de despilfarro, de desorden: de desorden en Ancap, de desorden en Antel, de desorden en Pluna. ¡Cómo lucirían hoy esos USD 300:000.000 que perdimos en Pluna! ¡¿Y los USD 650:000.000 que le votamos a Ancap?! Solamente con eso tendríamos para dos años de esto. Claro, ahora se llora sobre la leche derramada pero, ¿no se dice nada de eso en el informe del presidente de la república? ¿No pasó nada con Ancap el año pasado, que no se le dedica ni una sola línea? ¿No nos llevó USD 650:000.000? ¿No vamos a decir lo que significa Pluna, que todavía no logramos liquidarla y en la que vamos a tener que seguir poniendo dinero? Ni qué hablar de esa ley sobre la que tanto advertimos, sobre el aumento a los ministros que terminó aumentando al Poder Judicial, y de las leyes interpretativas posteriores, que generaron USD 200:000.000 más de pérdidas.
Estamos hablando de muchos millones de dólares y eso es lo que nos ha traído hasta aquí. ¿Y cuál es la receta? ¿Cómo arreglamos esto? Poniendo IRPF al que gana $ 30.000. ¡Así lo arreglamos! Es claro que no se ha logrado sustentar una macroeconomía sólida, tal como dice el mensaje.
¿Por dónde hay que ir, a nuestro juicio? En realidad, esto tiene la intención de generar el debate que deberíamos darnos sobre el estado de la nación. Nosotros creemos que el Gobierno, antes de pedir un esfuerzo a los ciudadanos poniéndoles más impuestos, tiene que hacer un esfuerzo hacia adentro. Por ejemplo, primero debería detener la construcción del Antel Arena, que cuesta USD 80:000.000. ¿Qué tal? Si están queriendo juntar USD 500:000, ahí ya tendrían USD 80:000.000. Es más, serán USD 100:000.000. Bueno, paremos esa construcción; si se detuvo la torre del Banco República porque era una barbaridad edificar una torre de USD 40:000.000 o USD 50:000.000, detengamos la de Antel Arena para cuando haya, porque dicen que habrá.
Paremos de perder USD 30:000.000 en el cemento, y en la cal –entre los dos la pérdida es de USD 40:000.000–, y modifiquemos la ley de biocombustibles. Mezclar biocombustibles hoy nos cuesta USD 148:000.000 por año. Entonces, no mezclemos un 7 % o un 8 %, sino un 2 % o un 3 %, y que nos cueste USD 48:000.000 y no USD 100:000.000, porque eso está en la tarifa. Ahí tendríamos USD 100:000.000 más. ¡Miren qué rápido estamos juntándole la plata al ministro de Economía y Finanzas, sin tocar los bolsillos de los uruguayos!
Paremos el ingreso de funcionarios públicos. Recuerdo que el señor senador Heber, cuando aprobábamos las leyes de presupuesto y las rendiciones de cuentas, nombraba a algunos funcionarios como «imprescindibles». Entonces, decíamos: «Ahí viene otro imprescindible más», y nos llenábamos de imprescindibles. ¡De imprescindibles está lleno el cementerio! ¡Y al cementerio irá nuestra economía si seguimos así! ¡Esa es la verdad!
¡Es una cosa increíble: 230.000 funcionarios públicos en 2005, 290.000 hoy, 60.000 más, más los que repusieron¡ ¡120.000 funcionarios nuevos! ¡Dale que va! ¡Y vamo’ a la fiesta! ¡Y ahora la pagan los uruguayos! ¡Sí! ¡Es la verdad! Dicen que regularizaron vínculos; ¡no es así! Por el contrario, metieron más vínculos. ¡Y si no lo creen, abran el tarro de Ancap y podrán ver que allí ingresaron 800, pero en ALUR ingresaron 1.000, porque inventaron las sociedades anónimas que contratan por fuera!
¡Cortemos esto! Acabo de presentar un proyecto de ley que suspende el ingreso de funcionarios públicos en la Administración pública central, empresas públicas y sociedades anónimas que son propiedad del Estado. ¡Cortémoslo! Pongamos un poco de orden por un tiempo. Si ahí está el proyecto de ley, votémoslo. De acuerdo con la Constitución, se necesitan dos tercios de votos para dar esa directiva a las empresas públicas. ¡Yo voto! Estoy seguro de que si el Frente Amplio acompaña esta iniciativa, están los dos tercios de votos para pararlo. Tienen el apoyo de la oposición, ¡háganlo! No he consultado al Partido Nacional ni al Partido Independiente, pero estoy seguro de que acompañarán una ley de ese tipo. ¿Y diferir otras inversiones por USD 50:000.000? Sí.
Además de eso, hay otra cosa que no luce en el monto pero que creo que es importante: en el momento en que se pide un esfuerzo tributario a los ciudadanos, uno mismo tiene que hacer el esfuerzo, pero mayor. Uno está en el Gobierno, en el Parlamento; por eso tiene que hacer un esfuerzo mayor. Insisto: si se va a pedir un esfuerzo al ciudadano que gana $ 30.000, el esfuerzo de uno tiene que ser mayor.
Quizás podemos eliminar todos esos cargos de confianza, que tienen partidas extraordinarias, para los cuales los ministros pueden nombrar funcionarios; o quizás podamos echar mano a la Presidencia de la República. Lo digo porque este informe es de los ministerios, pero hay otro casi igual de grande solamente de la Presidencia de la República, con todo lo que se ha metido ahí adentro. Es como que tuviéramos dos Estados: uno que funciona dentro de Presidencia de la República y otro que funciona afuera; y a tal punto es así, que los informes son similares.
¡Bajémonos los sueldos! Bajemos los sueldos de los ministros, de los presidentes, de los senadores, de los diputados. ¡Y sí! ¡¿No tenemos vergüenza de poner más impuestos al que gana $ 30.000 y nosotros estamos acá sentados?! Sí, vamos a pagar IRPF, en la tercera o cuarta franja. Pero, ¡hagamos el esfuerzo nosotros antes de pedir a los uruguayos que hagan un esfuerzo de ese tipo! Estoy hablando del presidente, del vicepresidente, de los ministros, de los subsecretarios, de los diputados y de nosotros, ¡bajémonos las partidas! Sé que con eso no vamos a cubrir mucho, pero vaya si es un mensaje de solidaridad. ¡Paremos la compra de autos último modelo! Cuando uno recorre las ciudades del Uruguay, no para de ver autos con chapas oficiales por todos lados. ¡Paremos la compra de un avión de un millón de dólares o de un millón y medio de dólares! Sé que se necesitan USD 500:000.000, pero «te estoy subiendo el IRPF y me estoy comprando un avión». ¡Qué lindo mensaje! ¡Qué lindo mensaje para el uruguayo al que le pedimos el esfuerzo! «¡Vos que ganás $ 30.000, pagá más impuesto! Yo me compro un avión para viajar, porque no puedo viajar en los vuelos de línea ni hacer la cola. No; yo tengo que tener un avión».
Echemos mano, de una vez por todas, a los sueldos de los gerentes de las empresas privadas pertenecientes al Estado, que ganan $ 300.000 o $ 400.000. Vamos a no mirar para otro lado.
Sé que con esto no arreglaremos mucho, tal vez unos USD 10:000.000, USD 15:000000 o USD 20:000.000, pero vaya si nos da autoridad para enfrentar el problema.
Para terminar, señor presidente, quiero mencionar dos aspectos a los que se hace bastante referencia. El primero es el turismo, área en la cual el Gobierno obtuvo resultados exitosos, y hay que destacarlo. Están bien detallados todos los logros, tanto del informe del artículo 168 como del 177; da trabajo y se ven los resultados.
El segundo tema que quiero mencionar es el de las relaciones exteriores. En el informe el presidente dice: «trabajamos en redefinir las bases de la política exterior, profesionalizando el servicio exterior». Se merecen aplausos y solo aplausos, porque si están redefiniendo las bases de la política exterior, quiere decir que están cambiando lo que recibieron, y si lo están haciendo profesionalizando el servicio exterior, es muy bueno.
También dice el presidente –aquí creo que se pasó un poquito en su autoelogio– que se acordó con la República Argentina el levantamiento de las trabas que imponía a los trasbordos de mercaderías en nuestros puertos. Esto es muy bueno, pero sepámoslo: ¡no se acordó nada! Vino el presidente Macri con el decreto de dejar sin efecto esa prohibición, como un regalo, como muestra de buena voluntad hacia el Uruguay y hacia el nuevo tiempo con nuestro país. En realidad, esto nos lo dio el pueblo argentino cuando derrotó en las urnas a los gobiernos «kirchneristas» de los últimos doce años, y lo hizo unilateralmente.
Dice también que quiere buscar acuerdos más allá del Mercosur, y lo apoyamos fervientemente. Creemos que en política exterior el Gobierno va en el camino correcto y esperamos ansiosamente que vengan esos tratados –que dice que negociará– para votarlos con las dos manos. Nos parece que eso es muy bueno.
Finalmente, en el cierre, el presidente dice que quiere fortalecer los lazos básicos de confianza entre los actores políticos. Estamos de acuerdo, pero para ello se necesita el esfuerzo de los dos lados –dos para bailar el tango, como dice el dicho– y transparencia en la información. No puede ser que el ministro Bonomi nos diga en enero que bajaron los delitos contra la propiedad, que nos va a enviar la información en marzo y que nos la presente en mayo, hablando de otros números pero no de los del año pasado, que no son los que él dijo.
Si queremos dialogar y debatir en serio, no se puede faltar a la verdad. Se deben dar explicaciones sensatas y lógicas de los cambios en promesas electorales. No es una explicación sensata y lógica decir que se aumenta la carga tributaria porque lo que se prometió fue que no se iban a poner más impuestos. Eso es realmente una explicación patética e infantil. Se prometió no aumentar la carga tributaria y ahora se dice que lo que se prometió fue no poner más impuestos. Cuando se dice que no se va a aumentar la carga tributaria, se está diciendo a la población «no les voy a aumentar los impuestos que pagan». Y si hoy deciden aumentar los impuestos a los uruguayos, tienen que decir qué es lo que pasó: «nos equivocamos», «gastamos de más», «teníamos un déficit que estimamos que iba a ser menor y no lo logramos», «erramos en la inflación, que la calculamos en un rango de un 3 % a un 7 % y hoy es del 10,5 %», «creímos que íbamos a crecer el año pasado al 2,5 % y pese a que todos los analistas económicos nos decían que era imposible, seguimos insistiendo y nos enojamos con los analistas y les dijimos de todo, pero tenían razón: crecimos a menos del 1 %».
Cuando nosotros sostuvimos que este año el crecimiento no iba a ser de 2,7 % nos dijeron que estábamos locos y que no defendíamos al país. Y vamos a crecer al 0 %, o apenas un poco más, con suerte; se vienen momentos duros. Estamos dispuestos a trabajar por el Uruguay, siempre que nos den toda la información con transparencia, siempre que todos hagamos el esfuerzo y siempre que no traslademos la carga más grande a los uruguayos que menos tienen, sino que la asumamos todos por igual.
Gracias, señor presidente.
SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra para contestar a una alusión.
SEÑOR BORDABERRY.- Señor presidente: voy a contestar varias alusiones, pero trataré de ser breve, porque así lo imponen los cinco minutos de que dispongo.
En primer lugar, espero que no se interrumpa nuevamente la transmisión de Vera TV, lo que parece que ocurrió cuando estaba hablando yo, pero no le sucedió al señor senador Michelini, porque justo se restituyó en ese momento.
En segundo término, espero no desconcertar a la señora senadora Payssé, que dice estar desconcertada. Se ve que está viendo muchas películas de Steven Spielberg y subiéndose a los DeLorean de Volver al Futuro, porque habla de eso. Evidentemente, quieren que hable de lo que ellos quieren y por eso dicen que solamente se puede hablar de lo que está en el informe del presidente; pero creo que hay que hablar de lo que está y de lo que no está, porque el estado de la nación es todo: lo que está y lo que no está. Sé del esfuerzo que hace el oficialismo para que no hablemos de los temas que no les gustan, pero vamos a seguir hablando de ellos porque no solo tenemos un derecho, sino también el deber de hacerlo. Así pues, seguiremos provocando desconcierto, si ese es el problema.
Es importante lo que se dice en el informe, pero también lo es lo que no se dice; y no se lo analiza exclusivamente desde el momento en que se hizo, sino desde el momento actual y desde el futuro, porque si no, nos estamos limitando en el análisis. Y el momento actual nos dice que hay equivocaciones.
Lamento mucho señalarle un error a la señora senadora Payssé –realmente no me gusta–, pero si va a la página 12 verá que solamente se habla de hurtos y rapiñas, cuando yo hablé de hurtos, rapiñas, homicidios y una cantidad de cosas. Ahora bien, las cifras que figuran en el informe enviado por el Ministerio del Interior, no están de acuerdo con las que proporciona el Observatorio del propio ministerio. Miren qué coincidencia: las cifras que nos dio en enero eran falsas; las actuales son las que se acaban de liberar y no coinciden con esto. Cuando el ministerio falta a la verdad o incurre en contradicciones –porque nos dice una cosa en enero y en este informe nos dice otra– tenemos el deber de señalarlo. Si se entra a la página del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad –que liberó la información hace unos pocos días y no en marzo, y que según nos dijo su director tenía la información pronta desde el mes de enero pero no la liberaba por orden ministerial–, se podrá ver que ahí está toda la información, no lo que nos mandó el Gobierno.
Lamento también que se haya enojado el señor senador Michelini, pero revisé el diccionario de la Real Academia Española y el significado de mentir es «faltar a lo prometido, quebrantar un pacto». Si el doctor Vázquez, el señor presidente del Senado y el ministro Astori dijeron durante la campaña que no se iban a aumentar la carga tributaria y hoy la aumentan, faltaron a lo prometido. Yo puedo decir que faltaron a lo prometido o –leyendo lo que expresa la Real Academia– que le mintieron al pueblo. Y sí: ¡le mintieron al pueblo! Es lo que dice la Real Academia. De repente podemos ponernos a legislar con la Real Academia.
Se dice que la actuación del Gobierno se juzga solo por este informe. ¡Pónganse de acuerdo! La señora senadora Payssé se enoja porque dice que incluyo cosas que no están en el informe, y el señor senador Michelini plantea que no hay que juzgar solamente por este informe: cuando se pongan de acuerdo me avisan y vemos por dónde vamos.
Sobre la educación, me preocupa que el señor senador Michelini no crea en las cifras. Entonces, ¿las cifras mienten? Para empezar, no son encuestas; son datos duros, son gráficas, son datos numéricos. Está bien, puede ser que no le crea al Foro Económico Mundial, o a la OCDE que hace las pruebas PISA, pero es complicado no creerles a quienes elaboran el Serce y el Terce, la UNESCO; también es complicado no creer en la evaluación de las propias autoridades uruguayas, que son parte del oficialismo que él mismo sostiene y es de donde tomamos la información.
Con respecto, señor presidente, a que no me referí a otros temas, es cierto. Si me votan 30 minutos más hablo de los derechos humanos, de la vivienda, del medioambiente, de lo que pasó con el agua de OSE y de la salud, pero lamentablemente no dispongo de tiempo. Si la señora senadora Passada, el señor senador Michelini o alguien del oficialismo quiere que hable de eso, presenten una moción. Los temas los tengo estudiados, pero tengo que elegir porque ya no me queda más tiempo y debo hablar rápido.
Sobre esa suerte de exclusividad en las políticas sociales que dice el señor senador Michelini que tiene el oficialismo, me parece que está equivocado. Quizás sea cierto que todos nos preocupamos por las políticas sociales, pero también nos preocupa, porque no es una política social, que se haya hecho una fiesta en La Teja y se haya gastado medio millón de dólares para recibir a la presidenta argentina. Reitero: medio millón de dólares que se podían haber destinado a otros gastos.
SEÑOR BORDABERRY.- Por último –después puede intervenir la señora senadora Xavier, si así lo desea–, durante la campaña electoral le mandé una carta al doctor Vázquez, también al doctor Lacalle Pou y al doctor Mieres, en la que proponía un acuerdo entre todos los partidos para enfrentar el déficit y la inflación, pero no me la contestaron.
Muchas gracias.
SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra para contestar una alusión.
SEÑOR BORDABERRY.- Señor presidente: el señor senador Pintado dijo que había un deseo hormonal de la oposición de que le vaya mal al Gobierno y al país. La verdad es que eso es algo que no se puede dejar pasar, evidentemente. Acusar a alguien de que desea que le vaya mal al país porque señala que hay problemas, me parece que es algo equivocado. De repente, el señor senador Pintado sabe mucho sobre deseos hormonales y secreciones de ciertas glándulas –y ha estado en los diarios por eso–, pero esta es una acusación que no dejamos pasar ni vamos a dejar de contestar. Y aclaro que no ha estado en los diarios por culpa nuestra, sino de compañeros de su partido.
En cuanto a otros aspectos que se mencionaron, quiero decir que hay un error muy grave. Cuando se dice que el 10 % de una población de 3.300.000 es el que va a pagar el impuesto eso, en realidad, es una equivocación porque esa no es la población económicamente activa, que es un 49,5 % o sea, más o menos, 1:700.000.
Si queremos hablar de la población económicamente activa y su relación con los funcionarios públicos, me parece que es muy importante saber que hay tres países en América que tienen el porcentaje más grande al respecto. Los tres países que están en el podio –ya que se vienen los tiempos olímpicos– son: Argentina, Venezuela y Uruguay, con 17,7 %, 17,2 % y 17 %, respectivamente. Es obvio que ahí tenemos un problema como país. No vamos a compararnos con países de Europa sino, de repente, con los de la región: Chile tiene un 9 %; Ecuador, 7 % y Colombia y Bolivia, 5 %. Aquí, repito, tenemos un problema.
Celebro, sí, el análisis que ha hecho el señor senador Agazzi porque creo que trajo el tema al punto donde lo planteamos hoy: justamente, hablar de las cosas que están y que no están en el mensaje. Es lógico que él hable de aquellos aspectos que prefiere destacar –y, obviamente, serán más los positivos– y también es lógico que en la oposición tengamos la intención de suplir el informe cuando vemos que hay temas que allí no se tratan.
Tampoco quiero dejar pasar el hecho de que es cierto que ha habido una gran inversión en la energía, pero hoy tenemos un problema sobre el que vamos a tener que trabajar. En este momento, estamos vendiendo a Argentina a USD 7 y pagando a los propietarios de los molinos de energía eólica, USD 70 en algunos casos y USD 90 en otros. Quiere decir que estamos pagando a USD 70 y a USD 90 mientras que vendemos a USD 7, fruto de las circunstancias y del exceso de energía hidráulica que hay en estos momentos. Aquí tenemos un tema para ajustar en momentos en que estamos buscando recursos; me parece que sería necesario replantearlo.
Respecto a que algún legislador sea prolífico en presentar proyectos de ley, creo que es bueno; estoy dispuesto a apoyar y trabajar en cualquier iniciativa, ya sea que provenga de mí, de otro legislador o del propio presidente del Banco Central del Uruguay. Una sola cosa necesitamos en ese caso, y es estar de acuerdo con la propuesta; es así.
En el diálogo por seguridad, del que tanto se ha hablado últimamente, hasta ahora se han analizado exclusivamente los temas que ha planteado el Poder Ejecutivo y solo respecto a ellos se ha llegado a acuerdos. Espero que los más de cuarenta –casi cincuenta– proyectos de ley que ha planteado la oposición también se aprueben y sean acompañados por todos los legisladores.
Muchas gracias.
SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra para contestar una alusión.
SEÑOR BORDABERRY.- Señor presidente: estaba escuchando tranquilamente la exposición y, viendo que no hacía referencia a mi persona pensaba: «¡Qué bien; vengo zafando!», pero al final, en la última vuelta, me nombró.
En cuanto a la bienvenida al socialismo –o a lo que sea que pregona el senador Otheguy–, debemos decir que desde Batlle y Ordóñez sabemos que el tema no pasa por el impuesto al trabajo, y menos por aumentarlo. Quienes alguna vez han expresado su admiración por don José Batlle y Ordóñez –como lo hizo el senador Otheguy– deberían leer un editorial del diario El Día de 1918 sobre el impuesto al trabajo. En ese editorial Batlle y Ordoñez decía que era el peor de los impuestos; que el Partido Colorado y el batllismo estaban en contra de ese impuesto porque lo que hace es desalentar el trabajo. ¿Qué es lo que se está haciendo ahora? Se está aumentando el impuesto al trabajo y, por lo tanto, desalentando el trabajo.
Para cerrar este análisis y el intercambio, que ha sido bastante rico –por lo menos yo lo veo así, aunque sería bueno hacerlo apenas manda su mensaje el presidente de la república–, me parece necesario advertirle nuevamente al oficialismo los riesgos que está corriendo. El modelo económico de los últimos años se levantó a partir del consumo y del consumismo. Este modelo de aumento de gastos se mantuvo a partir del consumo, y está fracasando hoy porque el dólar se termina sincerando, porque ya no es barato importar y cae la recaudación del IVA a la importación, que es del 22 % más el 6 %, o sea del 28 %. Ahora, cuando tienen que apostar a lo que debe apostarse, que es el trabajo, se encuentran sin sustento.
Entonces, creo que es al revés: cuando se habla de todo lo que se ha dicho sobre nuestro partido, desde Batlle y Ordóñez en adelante, cuando se habla de gravar la propiedad y del impuesto al patrimonio, cuando se sostiene que quien tiene más tiene que pagar más y quien tiene más es aquel que efectivamente posee más, obviamente yo tendría que decirle: «¡Bienvenido al batllismo! ¡Abandone el impuesto a la renta, al trabajo de los trabajadores! ¡No le ponga más impuestos a los trabajadores!». Estoy convencido de que el camino correcto no es el camino tributario que ha propuesto el Frente Amplio en los últimos tiempos.
Si vamos a hablar de falacias –para no utilizar otros términos de la Real Academia y para que nadie se enoje–, quiero recordar que cuando se dijo que se iba a ir por el impuesto a los trabajadores, a las rentas del trabajo y a las jubilaciones, era porque se iban a dejar sin efecto los otros impuestos; también se afirmó que se iban a recaudar USD 300:000.000 por este concepto. Pasaron casi diez años de esa reforma, siguen los mismos impuestos –al patrimonio y demás– y en lugar de trescientos millones lamentablemente se recaudan más de mil millones.
Más allá de eso, celebro que hayamos podido dar esta discusión en el día de hoy y espero que podamos darla en el futuro, porque me parece que el país lo necesita, y lamentablemente lo va a necesitar cada día más porque los tiempos que se avecinan son muy, pero muy malos.
Muchas gracias, señor presidente.