Recuperar la Libertad

pedroDesde hace varios años los uruguayos venimos perdiendo libertad.

No estamos perdiendo la libertad como nación, que sí somos un país libre, sino otra libertad.

La libertad de poder dejar la casa sola, por ejemplo. La libertad de no tener que poner rejas, alarmas o quedarnos dentro a proteger lo poco o mucho que tengamos. La libertad de poder circular a cualquier hora por ciertos lugares de la cuidad sin el temor de ser asaltados.

La libertad de poder ir a ver un partido de fútbol con un amigo que es hincha del equipo contrario.

La duplicación de las rapiñas entre los años 2005 y el 2013, el aumento de los homicidios que pasaron de 199 por año a más de 280, nos provocó primero, temor, que luego se tradujo en la pérdida de libertad.

Montevideo tiene hoy más homicidios por habitante que San Pablo.

Por ello el año pasado pusimos a trabajar a nuestros equipos de Seguridad Ciudadana bajo el lema recuperar la libertad; esa libertad que perdimos frente a la delincuencia.

Este deterioro que sufrimos se puede revertir con trabajo y cambios profundos de las políticas que se llevaron a cabo en los últimos años.

Nuestros equipos están trabajando para recuperar esa libertad perdida en cinco grandes líneas de acción que desarrollaremos a partir del primero de marzo del 2015.

La primera es un cambio en el Código del Proceso Penal que ponga de cargo de los Fiscales tareas que hoy desarrollan  los Jueces. Que sean los Fiscales quienes trabajen codo con codo con la Policía y que los Jueces se concentren en el dictado de Sentencias.

Para ello es necesario, además de la reforma del proceso penal, otorgarle a la Fiscalía no sólo autonomía técnica sino también administrativa e institucional.

Este será la primer línea de acción.

La segunda será modernizar la acción de la Policía, acercándola a los ciudadanos. fortaleciendo la policía de barrio, en especial las Comisarías. Pero también llevándola a trabajar de forma más moderna, por cuadrículas, con el “predict crime“, y sobre todo respaldando el accionar de las fuerzas policiales.

Restauraremos el decreto 690 que permitía detener en averiguación, hacer algo tan sencillo como pedir la Cédula de Identidad o realizar procedimientos de saturación.

Seguiremos modelos de actuación que hoy son exitosos como el de Gran Bretaña o algunos estados de Estados Unidos.

La tercer línea de acción refiere al Sistema Penitenciario. Lo sacaremos de la órbita del Ministerio del Interior, construiremos más instituciones de rehabilitación mediante la actividad público privada, y los pondremos a cargo de especialistas en reeducación y prevención de la reincidencia.

Los policías deben tener a su cargo el combate del delito no la reeducación. Se han preparado para lo primero no para la segunda.

Seguiremos en esto la exitosa experiencia de España desarrollada durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

La cuarta línea de acción refiere al combate a la droga. En especial a la pasta base.

Aquí queremos ser claros. Lo peor que nos puede pasar frente a un problema o una actividad delictiva es resignarnos. Hoy se nos dice que como no es posible ganarle la partida al narcotráfico debemos legalizar la venta y distribución de la droga. Se comenzó por la marihuana, pero un candidato a la Presidencia ya expresó a un periodista ¡que se debe seguir con la cocaína!

Creemos que ante los problemas el Gobierno no debe claudicar.

No queremos Pasta Base pero tampoco queremos cocaína o marihuana.

En quinto lugar enfrentaremos, con madurez y responsabilidad, el problema creciente de la minoridad delincuente. Para ello juntamos 375 mil firmas hace un año y medro. Para que aquellos menores que matan, rapiñan, violan o secuestran sean responsabilizados por tales actos, pero sobre todo para que sean internados en centros de rehabilitación especiales (distintos de los de los mayores).

Porque hay que pensar en esos menores que matan o rapiñan, pero también tenemos que pensar en las víctimas que son asesinadas o rapiñadas por ellos. Esta es una realidad dura que hoy enfrentamos que no solucionaremos mirando para el costado.

Actuaremos responsablemente, además de bajando la edad de imputabilidad, penalizando a los mayores que utilizan a menores para delinquir y manteniendo los antecedentes más allá de los veinte años.

Porque ese es quizás el gran problema que han enfrentado quienes gobiernan hoy el país: piensan exclusivamente en los derechos de quien delinque y no en la protección de los ciudadanos honestos que son sus víctimas.

Claro que hay que pensar en los derechos de los que delinquen.

Sin duda que en un Estado de Derecho, una República, se debe pensar en los derechos de todos. También de los que delinquen.

Pero el primer deber de un Gobierno es proteger a los honestos.

Los homicidios, las rapiñas y los copamientos no son temas para manejar con la liviandad con que hoy lo hacen desde el Frente Amplio en una campaña que no trae soluciones sino que sólo se opone a una propuesta.

Seis meses de reclusión, en promedio, para los menores que cometen delitos graves como rapiñas u homicidios, como sucede hoy, no es proteger a las víctimas sino alentar el delito.

Frente al No, decimos Si. Si a Vivir en Paz y recuperar la Paz y Tranquilidad perdidas.

En el mismo sentido proponemos que aquel mayor de edad que por tercera, cuarta o quinta vez mata, rapiña o realiza copamientos, no pueda acceder a la libertad anticipada o las salidas transitorias. También que vea agravada su pena.

La sociedad le da una segunda oportunidad o una tercera, pero si sigue delinquiendo debe ser separado para que no siga lastimando y causando daño.

Recientemente, otro precandidato propuso crear una suerte de Policía Militar. No nos oponemos a iniciativa alguna que traiga Paz a los uruguayos. Profundizaremos en su propuesta con el ánimo de apoyarla y mejorarla.

En especial la consideraremos para enfrentar la forma que asumió el fenómeno de ingreso y distribución de la droga. Esa forma trasciende los métodos convencionales que maneja la policía, requiere otra forma de vigilancia del espacio aéreo y las fronteras secas y marítimas, y exige cuerpos diferentes con unidades combinadas de policía y militares. Esto es, también, un ataque a la soberanía nacional.

No por el mero hecho de provenir de otro candidato vamos a rechazar una propuesta. Nos parece que hay desterrar esa actitud de rechazar todo lo que viene de otro, sencillamente porque viene de otro.

Porque lo más importante es recuperar la libertad.

Esa que como le dice Don Quijote a Sancho en la novela cervantina “es el más preciado de los dones que Dios le ha dado a los hombres en la tierra“ y que todos, todos, debemos recuperar.