Rebelión en la Chacra

pedro“Rebelión en la Granja”, la novela alegórica de Orwell, parece haberse instalado esta semana en el Uruguay.

La futurista obra orwelliana, escrita en 1941, relata una revolución ocurrida en una granja inglesa. Los animales se rebelan contra el granjero y lo echan.

Inmediatamente los chanchos toman el poder y establecen una serie de reglas: nadie podrá vivir en la casa del granjero, símbolo de la opresión y la diferencia. Nadie podrá caminar en dos patas. Todos trabajarán por igual. Las ovejas repiten una y otra vez “Dos patas no, cuatro patas si”. Los perros imponen orden. El viejo caballo trabaja más que antes y recibe menos pero está convencido que eso es justo.

Sólo uno duda y duda. Es Benjamín, el burro, quien observa con preocupación como los viejos postulados son dejados de lado. Duda porque ve que lo que se dice no coincide con lo que se hace.

Por otra parte, el que discrepa es acusado de traición o de estar del lado del granjero expulsado del gobierno. Así algunos animales dejan la granja y se les acusa de traidores a la causa.

El final es formidable. Los chanchos hace tiempo que viven en la casa del granjero, otrora símbolo de diferencias. El viejo caballo ha muerto luego de esforzarse y trabajar más que nunca y recibir menos. Su amigo Benjamín, el burro, se asoma a la ventana de la casa del granjero y ve a los chanchos en una fiesta con los granjeros vecinos. Los mismos que habían señalado como sus más odiados enemigos y contra los que las ovejas repetían los sloganes.

Lo peor: los chanchos están en dos patas.

Esta semana desde el Gobierno del Sr. Mujica se enojaron porque revelamos el contenido de un contrato firmado como Confidencial con una multinacional extranjera.

Todos vimos como se pintaban en los muros de Montevideo consignas como “No al Latifundio”, “Contra la Concentración de la Tierra”, “No a la Extranjerización” y “Defender la Soberanía Nacional”.

También escuchamos al gobierno decir que el que tiene más pagará más.

Mientras esto se repetía por todo el país, en la casa del granjero, en dos patas, el Secretario de la Presidencia y la OPP, suscribían un contrato con una empresa multinacional que posee más de 250 mil hectáreas, por el que se le aseguró que:

1.- el gobierno de Uruguay hará sus mejores esfuerzos para lograr plantaciones forestales cerca de la planta que construirá la empresa extranjera; en los hechos sustituirá a pequeños y medianos productores lecheros y queseros por plantaciones de eucaliptos.

2.- Uruguay acelerará, en coordinación con la empresa privada, expropiaciones para construir una carretera y se compromete a no poner peajes en ella;

3.- Uruguay se compromete a bajar la exigencia de cantidad de uruguayos, mano de obra nacional, que trabajarán en la Zona Franca de la empresa extranjera;

4.- Uruguay se compromete a que en el proceso de compra y fusión de campos que hará la empresa extranjera, el Instituto Nacional de Colonización no hará uso de la opción de igualar la oferta a la que tiene derecho el Instituto por ley; es decir por un contrato el gobierno dejó sin efecto una ley;

5.- Uruguay se comprometió a que si habían cambios tributarios que afecten a la empresa, la compensaría de forma de no perjudicarla; se acaba de enviar un proyecto de ley que establece un impuesto de 16 dólares por hectárea, la empresa tiene 250 mil, entonces en los próximos 10 años deberá pagar 40 millones de dólares; Uruguay le deberá rembolsar esa suma a razón de 4 millones por año;

6.- Uruguay se comprometió a que si el proyecto de ley que prohíbe la compra de tierras por parte de extranjeros en la franja de tierra de 50 kilómetros de la frontera se aprueba, buscará mecanismos para que no afecte a la empresa extranjera;

6.- En caso de discrepancias, la empresa puede llevar la resolución del asunto a un tribunal arbitral en la ciudad de Washington, Estados Unidos.

7.- Uruguay y la empresa se comprometieron por la cláusula quinta a “no divulgar el contenido del documento el que reputan de confidencial”.

Esto último es lógico: mientras se repetían consignas fuera, en la chacra se hacía exactamente lo contrario y por ello se resolvió que fuera confidencial.

También explica los ataques personales que sufrí esta semana cuando, como Benjamín, me asomé por la ventana. Los observé – en dos patas – celebrando con los granjeros y no resistí la tentación de señalar públicamente la contradicción con lo que repetían fuera los otros miembros de la Granja.

El no al Latifundio no se aplica a la empresa que posee más tierras (250 mil hectáreas) en el Uruguay. El no a la extranjerización se sustituye por un contrato confidencial. La defensa de la mano de obra nacional se deja de lado en la zona franca que se autoriza. Se harán los mejores esfuerzos para sustituir al pequeño y mediano productor lechero por la forestación. Le pondremos impuestos a todos los que tengan más de 2000 hectáreas menos al extranjero que tiene 250 mil hectáreas a quien le perdonaremos 40 millones de dólares en diez años. En caso de conflicto esto se decide en un tribunal en Washington, Estados Unidos.

Pero la culpa es mía, de Benjamín, el burro, que se asomó por la ventana y contó lo que estaba viendo.