Mis palabras en el senado cuando se aprobó el proyecto de ley de regulación de bolsas plásticas
SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra.
SEÑOR BORDABERRY.- Hace un par de semanas se cumplieron diez años del fallecimiento de un gran uruguayo, productor agropecuario, gremialista, veterinario de profesión. Me refiero al doctor Fernando Alfonso, quien me honró con su amistad. Recuerdo que entre las muchas charlas que tuvimos sobre hacia dónde iba la política agropecuaria, siempre me manifestaba su preocupación por el poco cuidado del medio ambiente que había en Uruguay. Siempre me decía que cuando iba para afuera o venía hacia Montevideo después de una inundación, al bajar las aguas observaba que los árboles estaban llenos de bolsas plásticas –como si fueran arbolitos de navidad– y remarcaba el daño que se estaba haciendo con eso porque el polietileno necesita 250 años para degradarse.
Cuando investigamos sobre la cantidad de bolsas plásticas que se consumían en Uruguay nos encontramos con que por año se utilizan 1.200:000.000 de bolsas. Cada uruguayo, en promedio, consume por año 400 bolsas las que después demoran 200 años en degradarse. Quizás no somos conscientes del daño que estamos haciendo día a día. Eso nos lleva a ver –le debe pasar a todos los senadores cuando van a un supermercado o a una estación de servicio– que nos dan bolsas hasta por casualidad, ya que por artículos que podrían entrar en una o dos bolsas, nos dan cinco. Cuando España llegó a 300 bolsas promedio por persona, sonaron todas las alarmas.
Creo que este proyecto de ley es bueno y en él han trabajado de forma muy activa la Comisión de Medio Ambiente, el sector privado –que aceptó moverse de la comodidad en la que estaba para buscar soluciones–, la facultad de química y, ni que hablar, la Dirección Nacional de Medio Ambiente que enriqueció el proyecto con sus aportes y con una visión que hizo cambiar el proyecto original.
Como bien decía el señor senador Heber en su interrupción, uno nunca es partidario de las prohibiciones, salvo de aquello que sea dañino, y esto es muy dañino. Sumado a eso, de los 1.200:000.000 de bolsas que, aproximadamente, se consumen en Uruguay, el 80 % –más de 900:000.000– son importadas. Es decir que el 80 % del daño que le estamos haciendo a nuestro medio ambiente al consumir bolsas plásticas es importado. Obviamente que alguno podrá decir que esta iniciativa es poco ambiciosa. Algunos, señalaron que había que incluir otros envases y algunas cosas más, pero creemos que es un muy buen comienzo porque logra un equilibrio respetando a quienes hoy fabrican y a los que tienen bolsas importadas en stock. A quienes fabrican se les da un año de plazo para que se reconviertan hacia las nuevas exigencias, lo que no es poco –creemos que, quizás es hasta mucho– y se le da la facultad al Poder Ejecutivo para que, si estima que ese año es mucho, pueda por vía de decreto adelantar la fecha en que comienza a regir la prohibición, pero nunca puede superar el año.
Todos aprendimos sobre un tema que no dominábamos y lo hicimos de la mejor forma: consultando a los que saben.
En cuanto a algunas preguntas que hizo el señor senador Heber, creemos que es bueno decir que las bolsas de papel –obviamente– están permitidas y que su uso debe ser alentado porque son degradables y compostables –va de suyo que lo son–, pero el avance de la técnica permite fabricar lo que se ve como una bolsa plástica a partir del maíz y de otros elementos que son degradables y compostables.
Quiero recordar al exsenador Agazzi, que integraba la comisión y que inicialmente había planteado un tema que no es menor y del que he visto algún comentario en las redes. Él decía que las bolsas plásticas de supermercado eran utilizadas en los hogares para la basura –¿Quién no les da ese uso hoy?– y, entonces, se iba a salir a comprar bolsas plásticas; y si las bolsas fueran de papel, como se rompe no iban a servir o se degradarían dentro de la casa.
Justamente, la respuesta a esto es la bolsa compostable y degradable, que sirve para eso porque se degrada y se forma compost con ella, junto con los otros materiales.
Lamentablemente, en estos momentos estamos viviendo un incendio de proporciones en la usina de Felipe Cardozo y se están quemando plásticos. Hoy escuchamos en el noticiero que se esperaba que no cambiara el viento porque, si viraba hacia determinada zona, podían generarse más incendios porque ahí había más plásticos. Reitero, se utilizan 1.200:000.000 de bolsas plásticas por año, que demoran, como mínimo, 200 años en degradarse. Hemos causado un gran daño y pocas veces tomamos conciencia.
Recuerdo que cuando fui ministro de Turismo hicimos una campaña para salvar a la tortuga laúd, una tortuga enorme que está en nuestras costas, que se ve poco, pero que empezaba a aparecer. A veces aparecía enredada en las redes de los pesqueros, pero muchas veces se las encontraba muertas porque se alimentan de aguavivas y, al confundir las bolsas plásticas con aguavivas, se atragantaban. ¿Cuántas tortugas laúd hoy estamos matando, a razón de 400 bolsas, promedio, por cada uruguayo al año?
Creo que el proyecto de ley –que no es de nadie, sino de todos, porque ha tenido aportes del oficialismo, de la oposición, del Poder Legislativo, del Poder Ejecutivo, de la facultad de química y del sector privado– es un muy buen avance que algunos podrán catalogar de tímido, pero hasta el camino más largo comienza con un primer paso.
Uruguay, por suerte, hace mucho tiempo que viene avanzando firmemente en materia ambiental, desde la creación en 1990 del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, con la Ley n.º 17283 de 2000 y la Ley n.º 19147 de 2013 que creó el Observatorio Ambiental Nacional y que es una maravilla como funciona hoy en la órbita del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. Debemos incentivar a todos para que utilicen más el observatorio porque muchas veces este se nutre de lo que suben los propios usuarios, además de la información oficial que contiene. Creemos que son pasos claros y concretos que muestran hacia donde tiene que ir el país en esta materia. Muy pronto tendremos otra norma –si no me equivoco, ingresó hoy– relativa a la moratoria del fracking, que busca seguir esta misma experiencia de crear una comisión para que los técnicos hagan un análisis, no a partir de prohibir todo, sino de entender qué cosas se pueden hacer y qué cosas no para, de ahí en adelante, tener políticas públicas que nos beneficien a todos.
Discutimos mucho acerca de si imponer o no, como obligación, el cobro de la bolsa. Yo decía que, políticamente, uno no quiere ser el que establezca la obligación de cobrar la bolsa porque cada vez que un ciudadano uruguayo vaya al supermercado y le cobren la bolsa, se va acordar de Bordaberry que lo propuso. Sin embargo, creo que no soy el padre de esa norma, como tampoco lo son ninguno de los senadores que están acá porque, en realidad, ya nos la cobran. Esa es la realidad. Ninguna de las grandes superficies o quienes venden productos nos regalan la bolsa –la cobran y la incluyen en el costo–, como tampoco nos regalan el costo del alquiler del local o la luz que están pagando. Lo que se puede hacer es discriminar en la factura, por un lado, el producto que estamos pagando y, por otro, la bolsa que nos están cobrando, que ahora va a ser biodegradable y compostable. Como uno siempre trata de ahorrar para la casa, dirá que no le pongan más bolsas. Esa política se puede desarrollar para tratar de solucionar esto.
Los invito a hacer el ejercicio que he hecho en los últimos meses. Cuando voy al supermercado, pido que no me pongan tantas bolsas y, normalmente, son dos o tres menos. La chica me mira con cara sorprendida y siente que me está dando un mal servicio. Incluso, cuando se trata de botellas, ponen dos bolsas y no nos damos cuenta que todo eso hace un promedio que causa un daño tremendo. Sin embargo, ahora cuando la señorita pregunte si pone otra bolsa –que se va a cobrar–, todos nos vamos a dar cuenta que nos están poniendo bolsas de más, por las que nos están cobrando y no nos damos cuenta.
La última apreciación sobre esto, es algo que nos dijo la facultad de química y es que este es un proceso continuo, no termina acá. Hoy estamos contentos con la bolsa compostable o degradable, pero hace unos años en México encontraron una bacteria que se come el plástico –¡esperemos que coma solo eso!– que nos vendría bien importarla y tirarla en la usina de Felipe Cardozo para que se coma el plástico y lo haga desaparecer. De esa manera, empezaríamos a recuperar esa deuda ambiental que, sin lugar a dudas, tenemos por el daño que hemos hecho.
A los señores diputados que, cuando discutan este proyecto de ley, van a leer la versión taquigráfica, les digo: apúrense, porque si nos lleva un año más aprobarlo, serán 1.200:000.000 bolsas plásticas más, que demorarán 200 años en degradarse, las que serán tiradas en el Uruguay.