¡Petróleo!
La “Enfermedad holandesa“ es un concepto utilizado en la economía. El mismo identifica las posibles consecuencias negativas que un país puede experimentar cuando se da un crecimiento súbito de sus ingresos derivado de, por ejemplo, la explotación de recursos naturales.
Es conocida, también, como síndrome holandés y surgió en la década de 1960. Por esos años Holanda comenzó a tener ingresos muy importantes derivados del descubrimiento de grandes yacimientos de gas natural en el Mar del Norte.
La enfermedad, el síndrome o el mal, como quieran llamarlo, no sólo se deriva del descubrimiento de algún recursos natural sino de cualquier hecho que genere grandes entradas de divisas al país.
Eso provoca aumento de los costos internos y lleva a que el país sea menos competitivo. En definitiva algo que se presenta como muy positivo puede llegar a convertirse en un mal o en una enfermedad.
En nuestro país hay un incipiente, pero claro, indicador de ello derivado del crecimiento del precio de nuestros principales productos de exportación.
En el año 2004 los productos primarios eran el 11% de nuestras exportaciones. Hoy son el 31,7%. Hay una primarización de nuestras exportaciones.
Adelantarse a estos problemas, prever con tiempo lo que puede suceder y tener políticas para enfrentarlo debería ser una de las tareas de nosotros, los políticos.
Por ejemplo con el petróleo, del que tanto se habla últimamente.
Ese gran Ministro de Economía que fue Lito Alfie, un hombre con poco marketing personal pero con una visión y capacidad excepcional, alentó y orientó allá por el 2004 los caminos de prospección petrolera en el país.
Como también lo hizo con la instalación del Instituto Pasteur en el Uruguay.
Los frutos de aquellos alientos y decisiones se están viendo hoy en la prospección petrolera.
Nuestro país se encuentra hoy en una avanzada etapa de exploración de hidrocarburos, en especial en la plataforma marítima.
Ese impulso que a la salida de la crisis el entonces Ministro Alfie le dio al tema ha ido avanzando, aunque aún falta mucho.
El sueño de un país productor y exportador de petróleo es posible. Pero hay que prever lo que está por venir justamente para que algo que es muy bueno puede no termine convirtiéndose en una enfermedad.
Como le sucedió a Holanda.
Cuando discutimos nuestro programa de gobierno, ese extenso y fundado documento que presentamos esta semana a la ciudadanía, los compañeros de Ala Batllista hicieron especial hincapié en este tema. Lo acertada de su propuesta llevó a que el mismo tuviera una importante presencia que, quizás, haya pasado desapercibida para muchos.
Pero es seria, previsora y sobre todo lo que necesita el país.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que como las actividades de exploración y explotación petroleras son actividades que requieren enormes inversiones el Estado uruguayo no las puede enfrentar. Por ello se conceden bloques de exploración asumiendo terceros el riesgo de las mismas.
También exigen una altísima capacitación profesional, la formación de equipos y manejar horizontes que van más allá de uno, dos o tres períodos de gobierno.
De ahí que proponemos crear instrumentos institucionales, económicos y de administración de los recursos que nos permitan prevenir, alentar y concretar lo que por ahora es un prospecto pero mañana puede ser una realidad.
Proponemos crear de forma inmediata una Agencia o Comisión Nacional de Hidrocarburos a los efectos de concentrar todas las atribuciones políticas sobre el tema.
A su vez el país debe preparar ya equipos profesionales que se capaciten debidamente para enfrentar las negociaciones con las empresas que realizan prospecciones y exploraciones.
Hoy en el Uruguay no llegan a cincuenta los profesionales, mayormente concentrados en Ancap y la Dirección de Energía, capacitados en el tema.
Preparar ya los recursos para ello, teniendo en cuenta tanto el desarrollo de las actividades petroleras como el monitoreo, control y regulación de la misma, es no sólo urgente sino vital.
Hay más cosas por hacer.
La negociación de los derechos económicos, la participación del Estado uruguayo (que tiene el derecho de hacerlo pagando su cuota parte, un call como le llaman en la jerga contractual), la administración financiera y el marco institucional son muchas de las cosas a prever.
También el destino que se dé a la renta petrolera del país.
Tenerlo claro desde ya nos permitirá no contraer la enfermedad holandesa.
Por ello en la página 162 de nuestro Programa de gobierno proponemos que la misma se destine a un Fondo Intergeneracional de Reserva (a ser utilizado en épocas de crisis), a amortizar la Deuda del país (esa que creció de 13 mil a 31 mil millones en los últimos diez años), a un Fondo para becas de excelencia en el exterior para estudiantes uruguayos (que nos permita seguir creciendo y capacite a nuestros jóvenes) y a un fondo de financiamiento de actividades petroleras.
Porque más allá de slogans, de jingles o carteles publicitarios, en esta campaña presidencial hay un equipo trabajando y pensando en el Uruguay del mañana.
Ese que con seriedad, fundamento y fuerza construiremos a partir del primero de marzo del año que viene.