Mis palabras en sesión del senado sobre Venezuela

 

SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra.

SEÑOR BORDABERRY.- Felicito al señor senador Mieres por la iniciativa que ha tenido, que creo es muy oportuna.

Si bien, como adelantara el señor senador, parecería ser que el oficialismo, señor presidente, no habilitará esta discusión, no pierdo nunca las esperanzas de convencerlo; de convencer a uno o a dos, porque creo que es nuestro deber tratar de hacerlo. Y esta tarde voy a procurar convencer al oficialismo, señor presidente, con un argumento que hace referencia a que creo que es bueno para el Frente Amplio habilitar esta discusión y aclarar su posición, porque si no van a alentar en nosotros, la oposición –pero creo que en la opinión pública–, algunas sospechas que tenemos.

Uno podría pensar que si no habilitan esta posibilidad es porque tienen un vínculo político muy cercano y, entonces, tratan de una forma a sus amigos políticos y, de otra, a quienes no lo son.

O quizás se podría pensar que están siendo condicionados económicamente, porque resulta que hace pocas semanas recibimos en el Uruguay –no nosotros, sino el Frente Amplio– a una misión venezolana que le pedía al Frente Amplio que fuera de observador. Además, en una rara coincidencia, se ofrecían a solucionar los problemas suscitados en el acuerdo comercial con Venezuela, que hoy está trancado.

Entonces –no digo que esto suceda–, puede llegar a pensarse que una de las posibilidades, quizás, es que tienen miedo; que tienen miedo de que Venezuela reaccione y se enoje con el Frente Amplio. Creo que eso no debe ser; debe haber otros poderosos argumentos, supongo, que los lleva a ni siquiera habilitar un debate y exponer los argumentos por los cuales no quieren pronunciarse sobre la situación política en Venezuela. Y eso le hace daño al Frente Amplio.

No exponer el oficialismo su posición, no defenderla, negarse al debate, lleva a pensar en que, quizás, es amiguismo o que el Frente Amplio tiene miedo a alguna represalia económica en la relación bilateral.

¿Será eso? ¿Será que citan a Artigas en las campañas electorales y se olvidan del «no venderé el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad»? ¿Será? ¡Piénselo!

Nosotros tenemos la sospecha de que quizás uno de esos argumentos, para no discutir, para no pronunciarse sobre la situación de Venezuela, es ese. ¡Y qué feo es en política atarse a esas cosas, al amiguismo, señor presidente! ¡Qué feo es atarse, en política, al miedo de que se le tome una represalia económica! ¡Qué feo!

La verdad es que creo que tendríamos que habilitar y votar la propuesta del señor senador Mieres para que nos aclaren que esos no son los motivos: que efectivamente no se están sintiendo presionados económicamente por los acuerdos con Venezuela; que efectivamente no es una cuestión de amiguismo con el entonces gobierno de Chávez y con el de Maduro hoy. Considero que deberíamos habilitar la propuesta del señor senador Mieres para que nos digan cuáles son los reales argumentos por los cuales no quieren pronunciarse. Pero no, apuestan a que esta sesión termine rápidamente, a que esta sesión pase un tanto inadvertida. Nosotros, desde la oposición, tenemos el deber de hacérselo ver y de saber. Y quizás de hacerlos pasar por un momento incómodo, por lo que pido disculpas a los colegas porque estoy seguro de que muchos de ellos deben querer poder discutir estas cosas, aunque deben tener una resolución que les dice: «No nos conviene». ¿Y «no nos conviene» por qué? Y creo que es por esos motivos.

Recuerdo un clásico de las letras latinoamericanas, uno de los libros clásicos      –junto con Cien años de soledad, de García Márquez; con Don Segundo Sombra o el Martín Fierro, de Argentina–, que es Doña Bárbara, una novela escrita por el expresidente venezolano Rómulo Gallegos.

En 1929, Rómulo Gallegos se anticipa a lo que hoy vive Venezuela. Plantea el enfrentamiento «sarmentiano» entre la barbarie y la civilización. Recomiendo ese libro –creo que está en la Biblioteca del Poder Legislativo– que, reitero, se llama Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos, porque en 1929 anticipa lo que está pasando hoy en Venezuela. Si uno ve los personajes de esa novela y lo que sucede hoy en ese país, los ve reflejados claramente. Doña Bárbara es una poderosa hacendada de la zona del Arauca, que tiene una hacienda que se llama El miedo; le cambió el nombre, pues se llamaba Altamira. Representa la corrupción, la crueldad, los robos. Doña Bárbara se enfrenta con un joven abogado que vuelve de la Universidad Central de Venezuela a confrontarla ahí, en la zona del Arauca. Santos Luzardo se llama el abogado. Y Doña Bárbara gobierna con un par de personajes políticos. Y lo dice el libro –nadie se sienta ofendido–: uno se llama Pernalete y entiende que la aplicación de la justicia tiene que estar supervisada por la política. Es decir que lo político está por encima de lo jurídico. La mano derecha de Pernalete se llama Mujiquita, sin referencia a ningún senador aquí presente; por favor. Se llama así el personaje en el libro. Pernalete y Mujiquita, con Doña Bárbara, pelean contra Santos Luzardo. ¿Saben quién es la mano derecha de doña Bárbara? Juan Primito. ¿Y saben qué hacía Juan Primito? Hablaba con los pájaros.

¡Es una maravilla la novela! Es una maravilla porque fue escrita hace ochenta años, y si hoy la miramos y observamos la realidad venezolana, vemos al señor Cabello         –doña Bárbara–, al señor Maduro –Juan Primito–, y no voy a seguir porque los voy a dejar a los señores senadores para que identifiquen cada figura con cada personaje. Al final del día también está presente Mr. Danger, un poderoso empresario extranjero con intereses en el Cajón de Arauca.

Lo bueno es que al final de la novela –esta novela tan premonitoria– vence la civilización y el bien. Gana Santos Luzardo, le devuelve la hacienda El miedo –a la que le vuelven a poner el nombre de Altamira– a la hija de doña Bárbara, llamada Marisela, y desaparece doña Bárbara.

Sería bueno que el próximo 6 de diciembre desapareciera El miedo en Venezuela y todo volviera a ser Altamira.

Por esa razón vamos a votar afirmativamente.

Muchas gracias.

SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra.

SEÑOR BORDABERRY.- Señor presidente: había un proyecto de declaración presentado tempranamente, pero a raíz de la carta del señor Almagro –de la que nos enteramos acá–, queríamos proponer al Frente Amplio no solamente tratar esa moción, sino una declaración de apoyo y respaldo a las palabras del secretario general de la OEA, el señor Almagro, y hacer nuestras sus palabras. De manera que pedimos pasar a cuarto intermedio por cinco minutos para entregarles a los miembros de la bancada oficialista esa moción a fin de que la tratemos.