Mis palabras en la sesión que trató la Rendición de Cuentas
SEÑOR BORDABERRY.– Pido la palabra por una alusión.
SEÑOR BORDABERRY.– Señor presidente: la señora senadora Payssé se refirió a la «oposición» y como oposición somos todos, nos aludió con lo que dijo.
En primer lugar, quiero aclarar que no me aburrió la exposición de la señora senadora Payssé y, obviamente, lejos está de aburrirme la exposición del señor senador Heber; todo lo contrario: ambas me resultan muy interesantes.
En segundo término, se ha hecho referencia al tema de las reservas y se comparó la situación de hoy con la de los años 2000, 2001, etcétera. Quiero señalar algún error en el que se incurre a veces. Se habla de que tenemos reservas como nunca en la historia del país y se olvida que gran parte de esas reservas están comprometidas y que no disponemos de todas ellas. Se habla de USD 18.000:000.000 de reservas y, en realidad, hay USD 6.800:000.000, y si hacemos bien los números quizá sea algo menos. No queremos hablar mucho de esto por una cuestión de responsabilidad hacia el país, es decir, para no generar alarmas. Pero los agentes económicos miran con la misma lupa que nosotros. Cuando escuchan a los políticos decir a cada rato que tenemos reservas por USD 18.000:000.000 y miran los números y constatan que no son tales, en algún momento pueden pensar: «Estos son una manga de inconscientes que están hablando de que tienen algo que no tienen. ¿Estos son los que toman las decisiones?». Por eso, para referirse a estos temas, pedimos que el oficialismo tenga la misma cautela que la oposición, porque responsables para con el país, tenemos que ser todos.
Con respecto a los aportes de las empresas públicas, aquí tengo las declaraciones de la semana pasada del señor ministro de Economía y Finanzas que expresan que el Gobierno quiere aumentar en USD 600:000.000 los aportes de las empresas públicas a Rentas Generales y que va a generar esa cifra a partir de una fuerte reducción en cierta cantidad de controles de gastos de las empresas públicas.
Pienso que no deberíamos ingresar ahora a analizar la gestión de las empresas públicas porque está quedando de manifiesto que le han dado al país malos resultados. Pero, si queremos ir a los números –que en definitiva son los que nos dan la razón o no acerca de cuál es el final de estos cinco años de política económica que analizamos en esta rendición de cuentas–, alcanza con remitirnos al informe de ayer –¡de ayer!– del Banco Central del Uruguay. En el Informe Trimestral de Cuentas Nacionales, Abril-Junio 2015, el Banco Central del Uruguay nos está diciendo que, en términos desestacionalizados, tenemos un descenso del PIB del 1,8 %. Si uno lee bien el comunicado, se da cuenta que se está tratando de vestir a una niña o un niño –hago la diferenciación para que nadie se sienta discriminado– de una forma más linda o lindo de lo que es, porque se trata de justificar la caída principalmente por lo que es la generación de energía eléctrica de origen hidráulico y por la sequía. Pero cuando uno va a los números en sí, se da cuenta de que hay una cantidad de cosas que han estado funcionando muy mal, como el consumo, los restaurantes y hoteles, las industrias manufactureras y, además, lo que anduvo bien es lo que no vamos a tener próximamente, que es el impacto de la celulosa. Hay caída en el agro –salvo en la silvicultura– y hay caída en una cantidad de cosas sobre las que quizá hable más adelante.
Pienso que haríamos bien en atender los números y, sobre todo, lo que estamos diciendo desde la oposición acerca del cuidado que debemos tener en los tiempos por venir.
Muchas gracias, señor presidente.
SEÑOR BORDABERRY.– ¿Me permite una interrupción, señor senador?
SEÑOR BORDABERRY.– Siempre con el ánimo de buscar concordancias y no diferencias, quiero hacer algunos comentarios.
Aquí se ha dicho que algunos tienen una obsesión por terminar con el déficit y otros, en su lugar, tienen por obsesión terminar con la pobreza. No me parece que el asunto deba plantearse en términos de uno u otro aspecto. Creo que absolutamente todos tenemos obsesión por terminar con la pobreza en el Uruguay, y lo contrario a terminar con la pobreza no es terminar con el déficit; son dos cosas muy distintas.
Cuando decimos que hay que tener cuidado con el déficit es justamente para seguir teniendo los instrumentos que permitan terminar con la pobreza, para que la economía siga creciendo y ese crecimiento no se ponga en peligro, tal como ha sucedido en los últimos años. Si uno gasta de más durante mucho tiempo, por mejor destino que tenga ese gasto, un día nos pasarán la cuenta y no podremos seguir atendiendo a los sectores más vulnerables. Eso es lo que tenemos que ver. Ese es el llamado que hacemos siempre para que se tenga cuidado con el déficit fiscal, con la inflación, con la competitividad, pero no porque no haya que destinar recursos a quienes menos tienen. ¡Todo lo contrario! Lo hacemos para seguir teniéndolos, porque ese es el objetivo. No hay otro motivo.
Felipe González, expresidente del gobierno español –del Partido Socialista Obrero Español–, comentaba que cuando recorría América del Sur se encontraba con algunos que se llamaban de derecha y decían que había que «generar, generar y generar», y se encontraba con otros que decían ser de izquierda y afirmaban que había que «repartir, repartir y repartir». Y él señalaba que el verdadero desafío no era uno ni otro, sino que era generar para poder repartir. Precisamente, para poder seguir haciéndolo, tenemos que cuidar las fortalezas que ha tenido la economía en estos últimos tiempos. Lamentablemente –no lo digo yo, sino el 80 % de los economistas de todos los sectores políticos, inclusive algunos que públicamente adhieren al Frente Amplio–, se han fragilizado los fundamentos del crecimiento económico del Uruguay. No sigamos el récord de los argentinos o de los propios brasileños, que han logrado, de una forma increíble, hacer colisionar economías en crecimiento por estas mismas razones.
Cuando desde la oposición señalamos –no ahora, sino desde hace rato– lo que hoy afirma el señor ministro de Economía y Finanzas, el contador Danilo Astori, en el sentido de que hay que tener cuidado con las empresas públicas, con sus inversiones y con lo que han hecho –no que hay que dejar de hacerlo–, en realidad estamos tratando de defender a los pobres. Y cuando desde la oposición decimos que hay que seguir gastando en educación, pero señalamos que ese gasto –como el que se hizo en seguridad–, que aumentó de una manera tremenda, en realidad produjo peores resultados –es lo que pasó: gastamos mucho más y tenemos peores resultados–, estamos intentando que todo funcione mejor, porque a la larga todos los que estamos acá queremos vivir en un país en paz, con buena educación y sin pobreza.
Muchas gracias.
SEÑOR BORDABERRY.– ¿Me permite una interrupción, señor senador?
SEÑOR BORDABERRY.– Señor presidente: a veces, cuando presencio estas discusiones siento que no terminamos de escucharnos. De repente repetimos y repetimos nuestras posiciones, de un lado o del otro, y a veces tengo la impresión de que quizás del otro lado actúan como esos personajes del último trabajo de Vargas Llosa, Los cuentos de la peste, que es una obra teatral basada en El Decamerón de Boccaccio, en el cual, como había una peste en Florencia, se meten todos adentro de una villa y empiezan a contarse cuentos –algunos verídicos y otros no– para así olvidarse de lo que está pasando. Y nosotros sentimos el deber de hacer el llamado para alertar a quienes están adentro de ese cuarto, hablando entre ellos, de que afuera está pasando algo que nos puede afectar y que les puede llegar.
Con respecto a algo de lo que habíamos hablado, que es el informe del Banco Central del Uruguay que se publicó ayer –no nos dio el tiempo para desarrollarlo porque se nos pidió que fuéramos específicamente al contenido, a lo que está adentro–, quiero decir que nos encontramos con algunas cosas que son buenas y con otras que son malas. Es bueno que parte de la caída que ha habido en el Producto de un trimestre a otro se explique por la sequía y la generación hidroeléctrica, no porque la sequía sea buena sino porque es algo que no se está repitiendo hoy y, por lo tanto, no va a ser un factor de descenso en los meses por venir. Sin embargo, cuando observamos específicamente otros rubros, nos encontramos con algunos que nos pueden pegar duro. Uno de ellos es que todavía persiste el impacto de la puesta en funcionamiento de la planta de celulosa de Montes del Plata. En este caso el impacto es doble, porque está incidiendo positivamente en el sector agropecuario en tanto la actividad silvícola incrementó su trabajo, pero su crecimiento está ocultando que tenemos un problema grave y es que las actividades agrícola y pecuaria han descendido, tienen números negativos. Todos sabemos lo que significan las actividades pecuaria y agrícola en Uruguay, en su crecimiento y en el producto interno bruto. Tuvo lugar una menor producción de ganado vacuno por la menor faena de los frigoríficos y, también, una reducción de las áreas de cultivo de soja y trigo según –aclaro para que nadie se enoje– el Banco Central del Uruguay. Incluso, la presencia de la producción de pasta de celulosa está ocultando incidencias negativas en la industria frigorífica y en la industria pesquera. En cuanto a esta última, no miremos para otro lado: mil personas en la calle y esas son señales que creo debemos tener en cuenta.
También bajó el sector construcción, que es un gran generador de trabajo, porque se terminó la planta de celulosa –esta es una realidad– y también porque hay otras reducciones en obras que se están haciendo.
Quizás una de las cosas más complicadas sea el descenso que hubo en la actividad comercial, que creemos que se va a seguir acentuando porque al ir el dólar hacia arriba se retrae el consumo, por ejemplo, de electrodomésticos.
Debemos pensar, además, que tenemos una temporada turística por delante –que es la que viene salvando el partido, señor presidente– en la que vamos a tener problemas por la diferencia cambiaria con Brasil y por lo que pueda pasar con Argentina.
Entonces, me parece que hay que atender a estos números, señor presidente. Cuando voy por la rambla de Montevideo siempre me llama la atención el momento en que las gaviotas, en lugar de estar río adentro, están en la costa.
Un día que iba corriendo por la rambla conversé con un pescador y me dijo que cuando las gaviotas están arriba es porque se viene mal tiempo. No sé por qué motivo las gaviotas saben antes que nosotros cuándo viene mal tiempo y lo saben antes, incluso, que los meteorólogos. Nosotros ya estamos viendo algunas gaviotas que están metidas en la costa. Obviamente, no nos gustan las tormentas ni las tempestades; solo decimos que cuando vienen hay que prepararse y dejar a mano el pilot y el paraguas, porque eso es lo que vamos a tener por delante durante un tiempo.
Me parece que después de escuchar los resultados de la rendición de cuentas y los números del Banco Central del Uruguay, vamos a necesitar abrir el paraguas este año y el que viene.
Gracias, señor Presidente.
SEÑOR BORDABERRY.– ¡Apoyado!
SEÑOR BORDABERRY.– Pido la palabra para contestar una alusión.
SEÑOR BORDABERRY.– En reiteradas ocasiones se ha aludido a la oposición y, en particular, al Partido Colorado.
En primer lugar, se nos ha indicado cómo tenemos que hablar de las empresas públicas desde la oposición. Se nos ha dado una clase en ese sentido. Quienes en 2002 llevaron a cabo una comisión investigadora sobre Ancap que quedó en nada; quienes después de que esa comisión determinara que no había irregularidades fueron a la justicia penal, donde también se dictaminó que no había pasado nada, pero hoy vuelven a insistir con eso, ahora nos dicen cómo tenemos que hablar de las empresas públicas. Quizás no quieren que hablemos de las cosas que están haciendo mal. Cuando hablamos de ellas es para ayudarlos en su gestión, y no me voy a meter en el tema de Ancap por un motivo obvio.
Después se nos dio una clase de cómo tenemos que hablar de economía. El Frente Amplio, los campeones de cuanto peor, mejor –porque cuando estaba en la oposición eran los campeones–, nos dice cómo tenemos que hablar de la economía. Los que pidieron el default en la mitad de la peor crisis de la historia económica del Uruguay hoy nos dicen cómo tenemos que hablar de la economía. Pero es un caradurismo, señor presidente, que pocas veces se ha visto.
También se nos dice que somos corresponsables del déficit porque integramos los organismos del Estado o porque firmamos acuerdos multipartidarios en educación, energía, medioambiente y seguridad, que no se cumplieron como estaba previsto. No. Nosotros no ocupamos los cargos en los organismos, entre otros, por este motivo.
Por último, se habla de la pobreza como si no estuviéramos de acuerdo en que disminuya. Pero díganme: ¿qué habría pasado si el Frente Amplio estuviera en la oposición y unos perros se comieran –como sucedió hace poco tiempo en la Colonia Etchepare– a un ser humano, a un uruguayo hermano nuestro? ¡Vaya si desde la oposición somos honestos y los entendemos! ¡Los perros se comieron a un uruguayo en el Uruguay de hoy, ese que termina con la pobreza! ¡No tienen vergüenza!
¿Y quieren hablar de más resultados? Vean lo que está pasando con la seguridad: todos los días matan a la gente, a los más pobres, a los comerciantes que están en los lugares más complicados. Si quieren hablar de resultados, hablen de eso también. Si quieren podemos hablar de la educación, donde se han obtenido los peores resultados en la historia del Uruguay con el presupuesto más grande.
Nosotros estábamos llevando adelante un debate educado, sensato, por lo alto, pero parece que nos vienen a plantear un debate en el cual no podemos hablar de lo que no les conviene –que son las empresas públicas, de los resultados, etcétera– y nos quieren presentar como los causantes de la pobreza en el Uruguay mientras ustedes son los campeones que lo solucionaron. ¡No señores!
Si quieren, sigamos debatiendo por lo alto, si no, como dijo aquel jugador de fútbol antes de empezar un partido: ¿vamos a jugar como caballeros o como lo que somos? Nosotros no tenemos ningún problema en jugar de cualquiera de las dos formas.
Muchas gracias, señor presidente.