Mis palabras en la interpelación al Ministro de Trabajo sobre el Fondes
SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra.
SEÑOR BORDABERRY.- Felicitamos al legislador que ha hecho esta convocatoria porque me parece que se ha dado un muy lindo y necesario intercambio, y les agradecemos al señor ministro, al subsecretario, como también a sus asesores, por su tiempo para ilustrarnos hoy aquí.
Creo que es necesaria esta convocatoria –más allá del debate de fondo sobre el tema– porque si hay un fracaso, de lo que sea, siempre es importante realizar un análisis para saber por qué sucedió, de manera de que no vuelva a pasar. También es importante que se planteen correctivos para que no vuelva a suceder y, sobre todo, los controles pertinentes. Y creo que ese ha sido el espíritu que ha tenido el señor legislador convocante. Por tanto, ese espíritu lo hago mío y lo felicito por él.
Después lamentablemente sometemos a los ministros a que presencien los debates y los intercambios que se dan entre los legisladores, pero es parte de una instancia democrática, como bien dijo el señor ministro en su exposición.
Este asunto nos está interpelando, no ya como el Gobierno actual, el anterior o el de hace quince años, sino como país porque son problemas de ayer y de hoy. En la lista que se planteó de inversiones y de dinero perdido no se incluyó a Ancap. Y entre esta empresa y Pluna podemos agregar entre USD 1.400:000.000 y USD 1.500:000.000 de pérdida a esa suma. Entonces, si se perdían mil ayer con los bancos, mil con Ancap en el período pasado y se sigue perdiendo con los emprendimientos, vamos a decir la verdad: pasaba en los gobiernos del Partido Colorado, del Partido Nacional y pasa en los del Frente Amplio. Por tanto, como país tenemos un problema grave, un problema en serio. Alas Uruguay fueron 15, Pluna fueron 370 –400 con el último acuerdo que lograron en el juzgado– y en cuatro años Ancap perdió 800, pero si sumamos lo anterior llegamos a 1.000. ¡Vaya si tenemos un problema como sociedad! Estamos pensando que con el voluntarismo –yo lo llamo el desarrollismo mágico– vamos a lograr cosas. Y no nos damos cuenta de los errores que cometemos.
El caso de Alas Uruguay fue el mismo que el de Pluna. Si a alguien le cierran un emprendimiento de poco rendimiento económico y no hace una inversión de capital inicial importante, sino que lo pide a birome y lo debe, de entrada tiene un socio financiero en el negocio que es casi imposible de bancar. ¿Nos olvidamos de lo que le pasó a Campiani en Pluna? Claro, compró aviones por un valor de USD 250:000.00 de entrada, pagó los intereses y a eso se le sumó el costo operativo. Como lo dijo el legislador interpelante es como en la novela Crónica de una muerte anunciada: no salgas por la puerta de adelante que te están esperando para matarte ¡y el tipo salió igual! Todo el pueblo sabía que lo iban a matar. Esto es lo mismo.
Después con Alas Uruguay, ¿qué hacemos? Lo mismo. ¿Pusieron dinero? ¡No! Les volvimos a dar un préstamo para que largaran. Entonces, hay un socio financiero que puede estar en una parte del negocio, pero no en todo el capital inicial que se debe poner, salvo que haya condonación; que se diga: no lo van a pagar nunca.
Esa es la realidad. Esa es la situación que se dio, según mi parecer, sumado a otro problema: el burocratismo oriental. Nuestros tiempos no son los tiempos de los éxitos de los negocios. ¿O acaso en lo que pasó en Alas Uruguay no influyó el tiempo que la Dinacia demoró en darle los permisos? ¿Cuánto fue? ¿Un año? ¿Nueve o diez meses? No me acuerdo. ¿Más de un año? ¡Y claro! También le hicieron traer el avión para matricularlo –porque para darle el certificado de aerovía había que traerlo y matricularlo–, y empezaron a dar todas esas vueltas. ¡Y ahí vamos!
Con un capital que es prestado, que tiene que pagar intereses, que hay que inmovilizar para que el burócrata le dé el permiso: ¡¿cómo no va a fracasar el emprendimiento, por más ganas que le pongan?!¡Y este es un problema país!, que estaba ayer y que está hoy, pero al que no le hemos encontrado la vuelta. Esa es la verdad. Hacemos bien en convocar estas sesiones y hablar de estos problemas.
Les confieso a los señores legisladores que esto me recuerda a lo que decía el gran José Martí: «El ruido de sus palabras ha despertado mis pensamientos». Aceptémoslo. Cuando pase esta etapa, nos meteremos en los líos diarios y no hablaremos más de esto, pero el problema seguirá estando ahí.
Sé que a alguno no le gustará a quien voy a citar, pero Margaret Thatcher decía que no existe el dinero público, sino el dinero de los contribuyentes. A veces, los que estamos en el Gobierno no nos damos cuenta de eso. ¡Es dinero público, entonces los voy a gastar! ¡No! ¡Es dinero de los contribuyentes!, a quienes tengo que rendirles cuentas. Además, tengo que invertirlo bien y devolverlo en servicios y en beneficios. Si vamos a gastar el dinero del Estado, gastémoslo bien.
Cuando el señor Barack Obama, al año y medio o dos de asumir la presidencia de los Estados Unidos –durante la crisis de 2008, si no me equivoco, o con posterioridad–, fue a aumentar los impuestos a los grandes ricos de su país, le pidieron una reunión. Entre ellos estaba Bill Gates, Warren Buffett y no sé cuántos más y le dijeron: estamos de acuerdo en que nos aumenten los impuestos, pero solo le pedimos una cosa, díganos que hará con nuestro dinero, en qué se lo va a gastar.
Y acá tenemos una disociación: pedimos y no decimos cómo lo gastamos y en definitiva no medimos en emprendimientos, ayer en la CND, antes de ayer en las empresas públicas, hoy en el Fondes. Tenemos que decir qué pasará; creo que debemos hacerlo.
Si me permiten, quiero hacer otro comentario. Se ha hablado del capital contra el trabajador y parecería ser que a veces se entiende el mundo a partir de la lucha de clases y del enfrentamiento entre el trabajo y el capital. Ese es un concepto que nosotros, por lo menos los de mi partido, desde Batlle y Ordoñez, no compartimos. ¡No entendemos al mundo y a la sociedad a partir del conflicto! Nos parece que el conflicto es una patología. ¡Sería como entender las relaciones entre países a partir de la guerra! No es así.
Decía Batlle y Ordoñez, como crítica a los que postulaban la lucha del proletariado contra la burguesía y el trabajo contra el capital: no tendrán éxito; van a pelear contra algo o contra alguien para convertirse en ese algo. A la larga el objetivo es ser lo mismo que eso.
En 2010, cuando recién asumió el presidente Mujica, los primeros días de marzo me tocó acompañarlo al hotel Conrad de Punta del Este. Me invitaron y fui. Recuerdo que había dudas en la comunidad internacional de inversores y se presentaron 1500 inversores regionales, nada más y nada menos. Vamos a acompañarlo, dijimos, para emitir el mensaje de que Uruguay está respaldando todo y fuimos. Recuerdo las palabras del presidente Mujica en ese entonces. Dijo, entre otras cosas –frente a esos empresarios– que el capital es más importante que el trabajo. Confieso que me quedé escandalizado. Vino la prensa y me pregunté: ¿qué digo sobre esto? ¡Y digo lo que pienso! El capital no es más importante que el trabajo y el trabajo no es más importante que el capital, porque ¡sin capital no hay trabajo y sin trabajo no hay capital! ¡Esa es la verdad! ¡Y no tienen por qué enfrentarse y luchar entre sí! Que pueda suceder ¡sí!, que hay que tratar de evitarlo, ¡más! Pero, ¿vamos a volver a eso? ¡Ya no hay una discusión en el mundo –no seamos antiguos– entre Adam Smith y Karl Marx! Solamente acá queda eso. ¡Hoy se da entre Hayek y Keynes! Me parece a mí. Lo creo.
Pienso que todos los aquí presentes estamos a favor del cooperativismo, que no empezó ayer. Desde esta banca, en el año 1943, mi abuelo propuso la primera ley de cooperativas agropecuarias. ¡Fue una propuesta de él, más vigente que nunca!, porque cuando hoy analizamos la realidad del campo uruguayo vemos que hay una gran concentración de la tierra.
Montes del Plata tiene 250.000 hectáreas, no sé si me entienden, repito: ¡250.000 hectáreas! ¡Proceso de consolidación en los gobiernos del Frente Amplio! ¡¿Los critico?! ¡No! ¡Es una realidad! ¡Y le han dado todo el beneficio como, por ejemplo, la exoneración del impuesto al patrimonio! Por escrito establecieron que no le harán uso de la preferencia que tiene el Instituto de Colonización. ¡Compra cualquiera y colonización puede optar! Compra Montes del Plata y no opta ¡Pah! ¡Eso se hizo en este tiempo!
¿Y cómo compite hoy el pequeño y el mediano productor con esas empresas que tienen 250.000 hectáreas y que tienen un gran capital? ¿Contra los bomberos de Chicago que vinieron a comprar tierras acá, con su fondo de inversión? ¿Cómo hacemos? Con las cooperativas. Cuando llega al banco el que tiene 250.000 hectáreas, el gerente ¿qué hace? No solo le abre la puerta sino que le pone la alfombra. ¿Y cuándo van a comprar insumos agropecuarios? Los andan persiguiendo para darles el mejor precio, y los del flete también. Y ¿qué pasa cuando va el que tiene 500 hectáreas o el que tiene 200 y ordeña 50 vacas? ¿Dónde lo atienden? ¿Cuál es la forma de responder a esa acumulación de capital hoy? Con las cooperativas, con la suma de esfuerzos. ¡Eso no es de ahora, sino vayan a Colonia, a San José! Es ahí y hay que apoyarlas. ¿Quién no puede estar de acuerdo con eso? Y así sucede con todo lo demás.
Hay otro problema, que creo que mencionó el legislador Groba, y con acierto: cada día se van a perder más puestos de trabajo. Cada vez habrá menos trabajadores y más dueños emprendedores de sus negocios. Vienen los robots –estarán ahí antes de que nos imaginemos– que sustituirán el trabajo. Por lo tanto, si no apostamos a alguna forma de enfrentar esto con la inversión, los emprendedores, los servicios, quedará mucha gente afuera. ¡Subsistirá aquel que realice un trabajo muy mal pago que no pueda hacer un robot!
Por otra parte, esto también nos interpela el tema de la conectividad. Justamente, la semana pasada estuvo presente la ministra de Turismo convocada por la Comisión Permanente. La señora ministra dijo que no habíamos logrado la conectividad; se hicieron enormes esfuerzos al invertir USD 2:000.000 en publicidad en España para que Air Europa pudiera hacer un vuelo directo a Montevideo. Se hizo el esfuerzo y no lo hemos recuperado. ¿No habíamos recuperado Alas Uruguay? No. ¿Nos va la vida? Sí. ¿Lo vamos a recuperar con emprendimientos? ¡Digamos la verdad! Alas Uruguay fue una respuesta sensible al cierre de Pluna. Creo que extendimos una situación que todos sabíamos que no iba a funcionar y, pese a ello, tratamos de apoyar. En fin, considero que en estos casos más vale asumir la situación rápidamente.
Señora presidenta: a veces a los legisladores nos cuesta trabajar en el verano; sin embargo, en este febrero caluroso, me felicito poder compartir estas reflexiones y hacer estos intercambios de ideas. De nuevo agradezco al miembro interpelante y al señor ministro la información brindada.
Muchas gracias.
SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra para contestar una alusión.
SEÑOR BORDABERRY.- Señora presidenta: evidentemente quizás no fui del todo claro en lo que refiere al concepto que expuse y el señor senador de León interpretó el desarrollismo mágico como un tema de política social. En realidad, utilicé el concepto del desarrollismo mágico en comparación con el realismo mágico que se utiliza en literatura que tiene tantos exponentes. El desarrollismo mágico consiste en pensar que poniendo dinero en emprendimientos como el del cemento –en el que Uruguay pierde USD 35:000.000 por año– o subsidiando a ALUR, es decir, obligando a pasar a la tarifa la mezcla de biocombustibles –donde se pierden USD 140:000.000 por año– se van a obtener soluciones. Desarrollismo mágico, insisto, es pensar que solamente poniendo dinero se van a obtener resultados positivos.
Creo que hay que invertir dinero, pero hay que gestionar bien. Pero lo que no es desarrollismo mágico es hacer política baja con los niños muertos de mi país. Eso sí que no es desarrollismo mágico. No lo voy a hacer, no voy a hablar de lo que pasó en las clínicas psiquiátricas hace un tiempo con los perros, entre otras cosas, porque es de mal gusto y entiendo que bajar los porcentajes en mortalidad infantil, como en muchas áreas, requiere el esfuerzo constante de todo el país. ¿Qué hubiera pasado si en el año 1987 el doctor Julio María Sanguinetti no hubiera traído el Plan CAIF al Uruguay? ¿Qué hubiera pasado si en la gestión del Frente Amplio no se hubieran llevado adelante ciertos planes como ocurrió en la del Partido Nacional? No voy a hacer política menor con datos de niños muertos en Uruguay. Vamos a trabajar para que cada día haya menos niños que mueran en nuestro país.
Gracias, señora presidenta.