Mis palabras en la discusión por el cierre de Pluna
SEÑOR BORDABERRY.– Pido la palabra.
SEÑOR BORDABERRY.– Señora presidenta: quiero aportar alguna visión desde otros dos ángulos.
La primera de ellas, señora presidenta, tiene que ver con que lo que pasó con Pluna y con Ancap nos tiene que hacer pensar un poco acerca de la regulación jurídica de los entes autónomos y de las propias empresas públicas, como se llaman hoy. No nos damos cuenta de que esas empresas públicas tienen regulaciones que no son propias de empresas. Sus propios nombres nos lo están diciendo: Ancap es la Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland; Antel es la Administración Nacional de Telecomunicaciones, y UTE es la Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas. ¡Responden a otra época!, al igual que sucedía con Pluna; una época en la que esos organismos brindaban los servicios, pero también eran los únicos actores del mercado y, por ende, tenían una regulación muy pesada de administración de ese mercado.
El país evolucionó con el tiempo y surgieron otros jugadores en el mercado. Las propias situaciones de los distintos mercados en los que operan obligan a las administraciones a transformarse en empresas y a adoptar mecanismos de funcionamiento propios de empresas y no de administraciones. Los que se adaptan pueden sobrevivir, pero les cuesta mucho la adaptación porque siguen llevando aquella vieja regulación. Y aún hoy, muchos de sus cuadros gerenciales, sus funcionarios y gremios, y hasta nosotros en el sistema político seguimos con la cabeza de aquellas administraciones que ocupaban todo el espacio. ¡Pluna es un claro ejemplo! Pluna nunca entendió –ni durante la gerencia de Matías Campiani ni en momentos de la asociación con Varig, ni tampoco antes– el cambio que se venía en el mercado. Siguió peleando, siempre pensando en que le iban a seguir dando prerrogativas en frecuencias, en prohibición de competencias, ¡que eran imposibles de mantener! Al asumir como ministro de Turismo de la época y promover la conectividad a partir de la llegada de nuevas líneas áreas, recuerdo sufrir las presiones de los compañeros de partido que estaban al frente de Pluna en el sentido de no permitir nuevos actores en el mercado.
¡Es algo parecido a lo que sucedió con la ONDA! ¡A la ONDA le pasó algo parecido! Era casi, casi monopólica y no se dio cuenta de que venían tiempos en los que iba a tener que competir con nuevas empresas de ómnibus y con otro tipo de transporte. Y quienes tienen asegurados esos mercados –como les sucede a aquellos deportistas que no tienen que competir el domingo–, ¡no entrenan y van engordando! Van engordando en funcionarios y van engordando en ineficiencias, mientras que los otros, que sí están compitiendo, les ganan.
Me parece que hay algunas otras empresas públicas que van a seguir el camino de Pluna. Una de ellas es Ancap, y no solo por lo que pasó –que más vale no repetir–, sino porque el mercado va a cambiar, porque llegan las motos eléctricas, los autos eléctricos, los tractores eléctricos y los camiones eléctricos. «¡Le llega “Uber”!». ¡A cada uno va a llegarnos «Uber»! Y mientras Ancap sigue metiendo millones de dólares en la refinación, en los combustibles, etcétera, resulta que en el mundo, Noruega –¡productora de petróleo!– prohíbe los autos a combustión a partir de 2025. ¡Francia hace lo mismo! ¡Y nosotros estamos metiendo USD 500:000.000 en la refinería! ¡Esto no es estar en contra de Ancap o en contra de las empresas públicas, sino tratar de que todos pensemos en la necesidad que tenemos de cambiar la cabeza! ¡No se cambió en Pluna ni en Alas-U!
Hasta los propios empresarios privados que llegaron a Pluna –con el poco éxito que llegaron– sintieron que tenían que seguir teniendo ventajas y prerrogativas, y no querían competir sin el puente aéreo, querían beneficios en el combustible. ¡Querían una cantidad de cosas heredadas de aquel Uruguay en el cual la gran empresa pública no solamente nos brindaba el servicio, sino que regulaba todo el mercado!
¡La que se adaptó fue UTE!, que privatizó la generación de la energía eléctrica y todavía tiene el guille de la exclusividad en la distribución y la venta, aunque está cediendo también en eso porque la autogeneración y el autosuministro de energía eléctrica es lo que se viene.
Entonces, esto que hoy estamos haciendo de poner punto final a Pluna, como la Justicia se lo puso a Alas-U el otro día, es –creo yo– algo mucho más profundo de lo que nos imaginamos, es un tiempo que está cambiando. ¿Qué es lo que nos va a pasar? Si no nos damos cuenta y no encaramos, por ejemplo, la terminación de los motores a combustión y seguimos poniendo dinero en Ancap, ¡nos vamos a encontrar con que tendremos que cerrarla, igual que ahora estamos cerrando Pluna! No nosotros, porque será en diez o quince años, ¡pero eso va a pasar! Y peor aún: los uruguayos seguimos comprando autos a combustión sin darnos cuenta de que tienen un horizonte de vida de diez o doce años. Un uruguayo hace una inversión, se compra un autito de USD 8000, de USD 10.000 o de USD 12.000, ¡y no sabe que dentro de un tiempo ese autito ya no va a valer porque es a combustión!, salvo que aparezca la inventiva del uruguayo y surja un mecánico que transforme los motores a combustión en motores eléctricos. ¡El mundo va a cambiar! ¡El mundo cambia y no nos espera!
Es lo que le pasó a Pluna. No me quiero meter en los otros temas, pese a que vaya si se dijeron cosas duras sobre los Gobiernos anteriores y sobre Pluna durante todo este proceso.
Sí creo que la otra enseñanza que deja esto es que está todo inventado, que cuando se maneja la cosa pública no se puede recurrir a inventos desesperados para no enfrentar la realidad. El señor Campiani fue un muy hábil jugador cuando negoció –en esa instancia que citó el senador Heber– la primera contratación con el ministro Astori. ¿Por qué? Porque –es lógico– él quería sacar todas las ventajas posibles. Se aseguró de ser la única oferta en una empresa que, además –quizá el senador Heber lo olvidó–, tiene un antecedente. Cuando asumió el Frente Amplio, ¿a quién puso al frente de Pluna? ¿A quién puso? ¿Lo recuerdan? ¡A la representante del sindicato! ¡Fue a la que llevaron! Y yo no digo que los representantes de los sindicatos no puedan estar en los directorios, digo que hay que tener una visión y una perspectiva global. Si me llevan a un lugar como representante de una corporación, es lógico que en primer lugar me debo a ella. ¡Es lo que nos pasa en la educación! Si me eligen por el gremio, mi primer deber es defenderlo. ¡Es lo que pasó en ASSE! En el período pasado, había un director que estaba sentado en el Directorio de ASSE por los funcionarios; cuando estos venían manifestación a gritar contra el directorio –¡que él integraba!–, ¡bajó y se fue a gritar contra él mismo! Es claro: entre director de ASSE y representante del gremio, dijo: «Yo soy gremialista», ¡y fue a gritar contra él mismo! –Doctor Jekyll y mister Hyde–; es un problema psicológico de disociación.
Y bueno, acá se hizo eso. Entonces, cuando llegó el señor Campiani –¡es claro, perdían USD 55:000.000 por año!–, se sentó y fijó las condiciones: sálganme de garantía, yo no pongo plata y una cantidad de cosas que llevaron a lo que vino después.
Antes –¡permítaseme!– también hay que revisar los antecedentes de las personas, porque el señor Campiani venía de ser un experto en producción lechera y se puso a manejar aviones. ¡Y daba clase sobre los aviones y sobre lo que tenían que hacer las aerolíneas! La verdad, no he encontrado todavía la vinculación entre las vacas y el avión, pero de repente la tienen. Y cuando la cosa no anduvo y vino la desesperación, se empezaron a inventar cosas, que sobre todo horadaron la confianza en el sistema político.
El señor senador Heber citaba aquella reunión en el Ministerio de Transporte y Obras Públicas. Cuando los señores senadores Heber y Moreira entraban, el senador Amorín y quien habla salíamos, es decir, nos cruzamos. Recuerdo que con el senador Amorín estábamos realmente preocupados porque los ministros de Economía y Finanzas y de Transporte y Obras Públicas nos habían informado ¡que Uruguay enfrentaba una sentencia de condena por USD 3.500:000.000 en Brasil! ¡USD 3.500:000.000! ¡Es lo que implica hoy el tema de los cincuentones! Nosotros salimos desesperados, con ese instinto que –de pronto– tenemos los colorados, de pensar siempre primero en el país. ¿Cómo podemos ayudar?, preguntó el señor senador Amorín –esa fue nuestra respuesta– y comentamos en la parte de abajo, en la antesala del Ministerio de Transporte y Obras Públicas: «Miren que pasa esto; ¡qué desastre para el país!». Y el entonces senador Moreira –hoy intendente– nos dijo: «¡Es todo mentira! No les creas nada». Y yo dije: «Pero, ¿y vos sabías de esto?». Me respondió: «No, no sé, pero es todo mentira». ¡Lo dijo así! ¡Estábamos ahí! Yo pensé: «Qué raro; pero Moreira es un abogado de los viejos, que la ven de lejos y ya saben para dónde va la jugada».
Recuerdo que en la reunión se nos dijo: «Están trabajando el estudio este, el estudio este y este otro estudio jurídico». Nos miramos con el senador Amorín, y los conocíamos. El senador Amorín dijo: «Bueno, mire, yo voy a hablar con el estudio este», y yo dije: «Yo hablo con estos dos estudios jurídicos porque los conozco». ¿Los mejores de Montevideo? ¡Sin duda! Y entonces, uno de los ministros nos dijo: «No, con estos dos estudios no hablen; hablen solamente con este». Disculpen, ¿pero con quién fuimos a hablar el día siguiente? El señor senador Amorín habló con el estudio C y yo llamé al estudio A y al B. El estudio C reconoció que estaba trabajando, pero no nos quería dar la sentencia. ¿Raro, no?; uno huele cosas raras en esos casos. Llamé al del estudio A y me dijo: «¡No, yo no trabajo para el Gobierno ni para Pluna!; yo quiero cobrar una cuenta». «¡Ah, qué raro!», pensamos. Entonces, llamo al estudio B y me dicen: «Yo no trabajo para el Gobierno, estoy representando a uno que puso USD 15:000.000 y quiere cobrarlos». ¡Qué raro, ¿no?!
Fuimos a averiguar a Brasil porque no podíamos conseguir la sentencia, y nos dijeron: «¡No, no; acá no hay una sentencia de USD 3.500:000.000 ni cerca!». ¿Pero, cómo? ¡Nos informaron dos ministros a senadores de la oposición pidiéndonos ayuda, ¿y no nos dan la sentencia?! A veces, uno habla de la confianza en la política. ¡Acá dos ministros –el de Economía y Finanzas y el de Transporte y Obras Públicas– nos informaron a los senadores de la oposición sobre esto!
Resulta que averiguamos un poquito más y vimos que había un informe en poder del Ministerio de Transporte y Obras Públicas y de Pluna según el cual el riesgo no era de USD 3.500:000.000; no era de USD 1.000:000.000; no era de USD 500:000.000; no era de USD 100:000.000; no era de USD 50:000.000: ¡era de USD 15:000.000 el riesgo si perdíamos todos los juicios! ¡Y nos habían dicho que era de USD 3.500:000.000!
Estamos en los tiempos del Adviento, en el cual uno abre las ventanas de la casa y limpia. En el Adviento uno tiene que sacar las cosas de la casa y de adentro de uno y limpiar, también, para tratar de ser una mejor persona. Y yo creo que, quizás, tenemos que sacar estas cosas del pasado, abrir las ventanas, darnos cuenta de que si queremos mantener una buena relación debemos tener la franqueza de poner todas las cosas arriba de la mesa.
Por último, y sin esto signifique ninguna alusión a nadie, quien hizo la mayor farsa en este asunto, la mayor gran farsa pública que se recuerde y que presenciamos todos los uruguayos –como bien dijo el señor senador Heber– no es «el caballero de la derecha», es «el caballero de la izquierda». La derecha y la izquierda, señora presidenta, obedecen a una cuestión de perspectiva. El rematador dijo: «El caballero de la derecha». En realidad, yo estaba mirando el remate por televisión y para mí estaba a la izquierda del rematador, por una cuestión de perspectiva.
¡Estaba a la izquierda del rematador! Bueno, ese «caballero de la izquierda» y quien era el real «caballero de la izquierda», el empresario amigo del poder, Juan Carlos López Mena, ¡montó una farsa en la televisión pública adelante de todos los uruguayos! ¡Armó una empresa que había tenido un lío en Marbella, que nadie conocía, para que hiciera la oferta y poder después tratar de negociar y quedarse con los aviones a un precio inferior y financiado por el Gobierno! Y no voy a hablar del Banco República ni de los avales y todas esas cosas.
Ayer, con el voto contrario del Partido Independiente y del Partido Colorado, a esa persona ¡le dimos dos terrenos! ¡Volvimos a apostar! Como le dimos Pluna al de la leche, ahora le damos al «caballero de la izquierda» dos terrenos en la rambla para que haga otra megainversión con la plata de los uruguayos. ¡No, no! ¡Qué coincidencia del destino! ¡Qué carrusel el de la vida, que gira y gira, por cuanto ayer le dimos al «caballero de la izquierda» dos terrenos en la rambla y hoy estamos enterrando a Pluna, la que, coincidentemente, él quiso comprar porque tenía una aerolínea que le hacía competencia en ese momento y que también estaba en problemas!
¡Ojalá que estas cosas no vuelvan a suceder! Ojalá que todos –todos– podamos repensar juntos lo que tenemos que hacer con las empresas públicas en el Uruguay, antes de que muchas de ellas sigan el camino del SOYP, del Frigorífico Nacional, de Pluna, y de algún otro que vendrá!
Muchas gracias.
SEÑOR BORDABERRY.- ¡Adolescentes!
SEÑOR BORDABERRY.- Señora presidenta: antes que eso, solicito que se dé lectura al artículo 104 del Reglamento del Senado.
SEÑOR BORDABERRY.- Gracias, señora presidenta.
Quizá sería bueno reabrir el debate, porque aquí se han dicho una cantidad de cosas por vía de fundamento de voto, hablando hasta de valentía, en forma infantil –porque peor que ser adolescente es ser infantil, y acá hay infantilismo–, porque saben que no se les puede contestar. Y eso es una cobardía. ¡Cobardes! ¡Cobardes! ¡Eso es lo que son! ¡No se animan a debatir y van por el fundamento de voto! ¡Cobardes!
(Intercambio de expresiones en voz alta).
SEÑOR BORDABERRY.- Hablaron del Banco Pan de Azúcar, de los bancos –pero ¡che!–, y hasta dijeron que se habían cobrado todos los créditos públicos. La garantía del Scotiabank ¿quién la está pagando? ¿Quién la está pagando? Viven en un mundo de fantasía. ¡Es una locura!
Señora presidenta: entiendo que por la vía del fundamento de voto se puede, de vez en cuando, rozar la alusión, pero atacar directamente, adjetivando, ¡no! Sé que les duele porque hicieron una macana grande como una casa, y si vamos a poner en la cuenta las cosas que quieren poner, pongamos los USD 1.000:000.000 de Ancap, que son más que todos los bancos juntos en la historia. Me parece a mí.
Creo que es un ataque gratuito al doctor Jorge Batlle decir que no se entregó Pluna en forma. Yo presencié cuando obligó a Varig a capitalizar Pluna –que la capitalizó– para entregarla bien y en forma al nuevo Gobierno. Ahora, si después no la supieron gestionar y perdieron dinero, es un problema de ustedes. Les sugiero, sobre todo, que no pongan al presidente del sindicato a manejar esas empresas. Quizá ahí pueda estar el error.
Muchas gracias.
SEÑOR BORDABERRY.- ¡Apoyado!
SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra para fundamentar la moción. De acuerdo con lo que establece el artículo 105 del Reglamento, los proponentes tienen cinco minutos para hacerlo.
SEÑOR BORDABERRY.- Nosotros entendemos que quienes no cumplieron con el Reglamento, en primer lugar, fueron los senadores del oficialismo que, por la vía del fundamento de voto, fueron in crescendo en alusiones. Es más; no una vez, sino en reiteradas oportunidades le solicitamos a la señora presidenta que hiciera cumplir el Reglamento y terminara con ellas. Obviamente, cuando no se hace cumplir el Reglamento y funciona la ley de la selva, de alguna forma nos tenemos que defender.
Aquí se nos ha acusado de parecer adolescentes, de falta de valentía, de una cantidad de cosas, y clara y notoriamente se hizo referencia a Gobiernos anteriores –en particular a Gobiernos de los años noventa– de nuestros partidos. Como se comprenderá, nos ha llamado la atención que, luego del medido, fundado y escueto informe presentado por el miembro informante, y después de que habláramos todos los senadores, por la vía del fundamento de voto se pretendiera rebatir lo que se había dicho en sala. Entiendo que el fundamento de voto no es la oportunidad para rebatir.
Viendo que, quizá, cinco minutos por la vía del fundamento de voto no son suficientes para que los senadores del oficialismo puedan referirse a este proyecto de ley, a Pluna y a lo que nosotros hemos expresado, consideramos que es bueno que se reconsidere la votación y se abra la discusión, para que todos –¡todos!– podamos hacer uso de la palabra; y si los integrantes de la oposición nos sentimos aludidos, que podamos cumplir con el Reglamento y, al final de la alocución, solicitar el permiso para contestarla. De otra manera, estaríamos desvirtuando el Reglamento y la naturaleza de este Cuerpo, que nos da la posibilidad de debatir, es decir, no solo hablar uno, sino darle al otro la oportunidad de contestar, porque lo contrario sí es falta de libertad. Falta de libertad es tener a alguien sentado enfrente, decirle cualquier cosa y no darle la chance de defenderse.
Quiero darles a los senadores del oficialismo mucho, pero mucho tiempo, para que, en treinta minutos, con una prórroga de treinta minutos más, puedan expresar su opinión sobre todo lo que pasó en Pluna. Creo que sería bueno y saludable para nosotros.
No puedo seguir, señora presidenta, porque quiero cumplir con el Reglamento.