Mis palabras en el llamado a sala del Ministro de Economía
SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra.
SEÑOR BORDABERRY.- Gracias, señor Ministro, señor Subsecretario, señor Director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, señor Presidente del Banco Central y señores asesores por acompañarnos hoy aquí.
Señor Presidente: el señor Ministro debe recordar –ya que él presidía esta Cámara y la Asamblea General– cuando el día 3 de abril de 2013 interpelamos al entonces Ministro de Economía y Finanzas, economista Fernando Lorenzo. En esa sesión advertimos algunas de las cosas que hoy el propio Ministro está diciendo –creo que con sensatez– en cuanto a la prudencia y a la cautela que hay que tener en la elaboración del Presupuesto. Al comenzar aquella reunión hicimos referencia a lo que creíamos debía ser el objetivo de la comparecencia de un Ministro de Economía y Finanzas ante el Senado. Me refiero a no quedarnos solamente con los titulares, con las cosas que se ven, como las cifras del déficit fiscal o de la inflación; es decir, no quedarnos con meros eslóganes o titulares para la prensa –que no son más que fuegos de artificio y después que explotan no queda nada–, sino rescatar el contenido y los fundamentos de la economía. Y realmente hoy el señor Ministro ha ido a los fundamentos; lo digo desde la oposición, con total franqueza y sin ningún tipo de pudor en reconocerlo. Como dije, creo que hoy el señor Ministro, en su exposición, ha ido a los fundamentos –que podremos o no compartir–, y es bueno destacarlo.
En aquel entonces dijimos que pretendíamos que estas instancias sirvieran, sobre todo, para mejorar el hoy y tener un mejor mañana, pero siento que quizás pasamos mucho tiempo mirando hacia atrás para ver quién lo hizo de la forma más acertada. Y, obviamente, cada uno plantea que cuando le tocó, lo hizo mejor. Eso no conduce a nada. Además, es casi imposible comparar países, situaciones, regiones, economías, momentos tan dispersos en el tiempo. Guy Sorman, el notable pensador francés, dijo que es muy difícil comparar economías, políticas económicas y resultados, porque raras veces se dan en el mismo momento y en las mismas circunstancias. Él plantea dos casos de la historia mundial que permiten hacer una comparación. Por ejemplo, la Alemania Oriental y la Alemania Federal, dos países similares, en una región similar pero con dos políticas diametralmente opuestas. La Alemania Oriental, detrás de la Cortina, con un desarrollo autárquico, hacia adentro, dirigista, comunista, y la Alemania Federal, con apertura, crecimiento económico y distribución socialista de la riqueza. Y los resultados están a la vista. El otro ejemplo de comparación son las dos Coreas, la del Norte, con un sistema dictatorial, comunista y dirigista, y la del Sur, de total y absoluto crecimiento y potencia.
Se podrá decir que se bajó la pobreza y la indigencia a determinados porcentajes; está bien, pero en el año 1998 la pobreza estaba en un 9,8 %, y hoy un Director del Ministerio de Desarrollo Social dijo que en el Uruguay estaba en un 9,7 %. Es cierto que en el medio estuvo la crisis del año 2002 y que se hicieron las cosas necesarias para salir rápidamente de esa situación y volver a ese nivel. No fue mucho más que eso. Y sí, todavía hay hambre en los niños uruguayos, como informó hoy la prensa basada en un informe de la oficina especializada.
De ahí que nos parece que es importante tratar de mirar hacia adelante y no pasarnos tantas facturas. Cuando queremos comparar al Uruguay de hoy, ¿con quién lo hacemos? ¿Con el de ayer o con la región? Podríamos comparar a Uruguay con Argentina, con ese país que tanta incidencia ha tenido históricamente sobre nosotros, y hoy se ha hecho referencia a cómo nos afectó en el año 2002 el tener tantos depósitos argentinos. También se podría comparar el crecimiento que ha tenido Argentina en la historia con el que tuvimos nosotros, y ese podría ser un buen ejemplo. ¿Cómo evolucionaron el PBI uruguayo y el argentino? No es lo mismo el crecimiento argentino con hiperinflación que cuando ese país estuvo en otra situación económica.
Solicito a la Mesa que se habiliten las pantallas para hacer una presentación en PowerPoint.
Este gráfico comparativo muestra la evolución del PBI de Uruguay y de Argentina durante los años 1984 a 1998. Lo que figura en rojo es el crecimiento de Uruguay, y lo que está en azul, el de Argentina. Como ven, durante todos esos años Uruguay creció mucho más de lo que lo hizo Argentina. Y si tomamos solamente el período de 1984 a 1990 –ya que todos hablan de su partido, yo voy a hablar del mío–, podemos ver el crecimiento de Uruguay y el de Argentina. Eso sí que era una debacle; sin embargo, Uruguay crecía y Argentina iba para abajo. Me podrán decir que hay que considerar más períodos, porque en el 2004 sufrimos la crisis. Entonces, tomemos el período de 1984 a 2004 y veremos que Uruguay creció por encima de lo que lo hizo Argentina. ¿Y qué pasó en los últimos diez años? Crecieron igual los dos países.
Esto significa que en la dependencia de las circunstancias regionales de uno y otro, Uruguay ha tenido una mejor performance que Argentina. Además, todos sabemos que ese país está en una profunda crisis desde hace años, con políticas económicas equivocadas –que todos criticamos–, dirigismo, Moreno, Kirchner, La Cámpora y todos esos fenómenos como Kicillof. En fin, quizás deberíamos tomar el crecimiento y no compararnos solamente con Argentina, sino con otros países.
Tomando el crecimiento promedio de 1985 a 2004 –o sea, antes de que llegara el Frente Amplio–, vemos que Uruguay está tercero, detrás de Chile y Estados Unidos. Observen a quién nombro: a Estados Unidos; si vamos a la región, estamos segundos. Después están Colombia, Brasil, Paraguay, México, Argentina, Perú y Venezuela. La frase que siempre cito del economista Coase es que si uno golpea suficientemente, los números van a terminar confesando lo que queremos que confiesen. No está bien comparar la pobreza del 2004 con la de hoy, porque todos sabemos que en ese momento estábamos saliendo de una crisis muy severa; quizás habría que compararla con la del año 1998, o hacer un promedio histórico que parecería ser lo más lógico.
SEÑOR BORDABERRY.- El señor Senador Michelini es un gran interruptor; siempre me pide una interrupción, que con mucho gusto le concedo; esto ya es clásico en esta Cámara.
SEÑOR BORDABERRY.- Muchas gracias señor Senador por su intervención tan apasionada y convencida.
En realidad, hay algo raro que me está pasando: últimamente estoy teniendo coincidencias con el señor Senador Michelini y ya me estoy preguntando si voy por el camino adecuado.
(Hilaridad).
–No sé si el señor Senador se está acercando a mi posición o yo a la de él, o los dos nos estamos encontrando, pero hago votos para que siga en ese camino.
No se tiene que enojar así conmigo porque, en realidad, cuando hace dos años advertíamos acerca de un déficit fiscal de 2,8 %, cuando en la previsión presupuestal era de 0,9 % –es decir, tres veces más–; cuando advertíamos que la inflación hacía años que no convergía en el rango meta y que convenía ampliarlo, algo que después hizo el Gobierno, en realidad estábamos tratando de ayudar. Creemos que el hecho de que se señale algo que puede corregirse no debe verse como que se está afectando la seguridad del clima de inversión del país. Me parece que es todo lo contrario; los que creemos en la democracia y los inversores que creen en la seguridad jurídica y económica de un país, justamente valoran que haya una oposición ejerciendo su control y señalando aquellos desvíos que puedan existir, para que se corrijan. Eso fue lo que hicimos cuando en el año 2013 señalamos aquella luz roja del 2,8 % del déficit fiscal que había tenido el país en el 2012, que se repitió en 2013 con 2,4 %, en 2014 con 3,5 %, y este año ¡no quiero ni saberlo!
Sí reconozco, porque sigo el discurso público del equipo económico, del Ministro de Economía y Finanzas y del Subsecretario, que se están enviando los mensajes adecuados para revertir ese déficit. ¡Eso es bueno! ¡Ahí tenemos un punto de encuentro! Creo que es bueno actuar con cautela y prudencia en estos momentos, cuando se registra un déficit fiscal tan alto. Además, es un avance, porque recuerdo que en 2013 nos decían que en el acuerdo de Maastricht, la Unión Europea decía que un 3 % de déficit era bueno. ¡Bueno! ¡Yo creo que no!
Además, me parece que también ha sido buena la evolución, ese aprendizaje de Gobierno al que hizo referencia el señor Senador Michelini cuando dijo que no tenían experiencia de Gobierno. Es bueno, porque antes se oponían desde su partido a todas las reformas claves que explican nuestro crecimiento actual.
¿Hay que recordar que se opusieron a la digitalización de los teléfonos en la segunda mitad de los años ochenta? ¿Hay que recordar que no votaron la Ley de Zonas Francas, que no votaron la Ley Forestal, que no votaron la desregulación de la producción de energía eléctrica y su marco regulatorio y que hoy se golpean el pecho destacando la inversión que se ha hecho en energía eólica? ¡Privatizaron la generación de energía paga por la UTE! En realidad, es eso. Le aseguraron un contrato fijo y salieron los privados a hacer la inversión. ¡Es un avance!
¡Ni que hablar de la Ley de Puertos! También se opusieron.
Lo propio sucedió con la Ley de promoción y protección de inversiones y la relativa a las AFAP. ¿Qué pasa que ya no se habla más sobre ese tema?
¿Y qué pasó con la concesión de terminal de contenedores del Puerto de Montevideo? Yo concurrí el día que se remató en U$S 17:000.000 la terminal del muelle de escala del Puerto de Montevideo. Se escuchaba: «¡Vendepatrias!».
Podemos ir más atrás y mencionar temas relativos, por ejemplo, a la nacionalización de la banca, o al comercio exterior o a por qué no abonábamos la deuda con el Fondo Monetario Internacional.
¡Hubo una evolución! ¡Está bueno, porque el mundo cambió, porque el país cambió, porque las circunstancias son distintas, porque todos tenemos que adaptarnos a las nuevas realidades!
Entonces, no se enojen si señalamos que el déficit fiscal pasó del 2,8 % al 3,4 %, al 3,5 %, al 3,6 % o al 3,7%. ¡Es malo porque a la larga no es viable y va a afectar el grado inversor y nuestro endeudamiento! ¡No se enojen si señalamos que es cierto que hay U$S 18.000:000.000 de reserva, pero también sabemos todos –lo sabe el Presidente del Banco Central– que no son todos nuestros! ¡Lo sabemos muy bien! No se puede decir eso ligeramente en el Senado de la República porque, en realidad, de esos U$S 18.000:000.000 hay U$S 9.000:000.000 de los que no podemos disponer.
También es bueno que se esté cambiando aquella política de generar lo que hoy llaman «holgura financiera», «holgura de reservas», pagando tasas de interés, en los hechos, de 14 % o 15 %.
(Suena el timbre indicador de tiempo).
–Ahora, por suerte, se está anunciando por parte del Ministerio de Economía y Finanzas que se va a cambiar ese endeudamiento tan caro que, según lo que nos informó el Presidente del Banco Central, nos costaba casi medio punto o un punto de déficit en el año. ¿Por qué es bueno? Porque enfrentamos en el horizonte algunas situaciones complicadas en lo que refiere a la caída de los precios de las commodities, a la apreciación del dólar, a lo que pasa con Brasil en recesión. No creo que el problema de este país haya empezado ahora o en los últimos meses; comenzó hace dos o tres años, en 2012, con la baja del precio de la naranja, del café, del azúcar –lo que pasa es que eso afecta primero al norte de Brasil y no al sur, a San Pablo; por esa razón nos llega más despacio–, pero también con la desaceleración de Argentina, la inflación, la falta de lluvias en los campos, los problemas con la calidad del agua, la deuda con los funcionarios judiciales –una ley que vamos a tener que cumplir–, el compromiso de llevar al 6 % del PIB el presupuesto de la educación y al 1% del PIB la inversión en ciencia y tecnología. ¡Son muchas cosas!
Creo que, con razón, el señor Ministro está hablando de abrirnos aún más al mundo. Menciona el TISA, en lo que lo apoyamos fervientemente y esperamos que siga por ese camino.
También se habló de la Resolución n.º 32. Sobre este punto voy a dar un dato, que creo es importante, pero no se le ha prestado atención: esa resolución no ha sido internalizada, o sea que no es ley y, por lo tanto, no obliga al Uruguay. Es más, creo que lo mejor que podría hacer el Poder Ejecutivo es mandarla al Parlamento, y nosotros se la rechazamos.
SEÑOR BORDABERRY.- Disculpe, señor Presidente.
Para terminar, me quiero referir a la inflación, que es más preocupante de lo que parece porque la inflación subyacente sigue ahí y es la que tenemos que atender principalmente.
Por último, debo decir que quizás nos arrepintamos un poco de no haber aprobado aquellas mociones que presentamos en el 2013 al final de la sesión. En la primera de ellas se exhortaba al Poder Ejecutivo a tener prudencia y cautela en la elaboración del proyecto de Rendición de Cuentas. La bancada oficialista no la votó. Lamento que, de acuerdo con el artículo 43 del Reglamento, no puedo volver a presentarla hoy porque estoy seguro de que sí la votarían porque implicaría estar de acuerdo con lo que sostiene el señor Ministro.
Tampoco se votó en aquel momento la segunda moción que presentamos en el sentido de ejercer un mayor control, de acuerdo con el artículo 197 de la Constitución, sobre las empresas públicas. Efectivamente, señor Presidente: creo que hoy debemos tener un mayor control, como el señor Ministro está disponiendo.
Muchas gracias.