JORGE
Por Ing. Andrea Maddalena
Actualmente el Uruguay necesita mejorar la calidad de la democracia, un bien común, intangible para muchos, imprescindible para nuestra región, nuestra gente y las futuras generaciones, la libertad en todas sus expresiones, como principio y final siempre.
Jorge Batlle, a los ochenta y nueve años de edad, estaba recorriendo el país, preocupado por las realidades que hacen a la calidad de vida de la gente, particularmente compartiendo sus ideas y convicciones en relación a la educación y los desafíos que ella nos impone enfrentar como sociedad. Una herramienta fundamental para garantizar la igualdad de oportunidades y derechos.
Admirable de dónde lo valoremos, llamaba a sus amigos del interior, proponía temas para charlar en cercanía con la gente, se tomaba un ómnibus de línea y llegaba a cada rincón con la misma fortaleza y dignidad que lo caracterizó cuándo tuvo que enfrentar la crisis del 2002 como Presidente electo. La recesión ya estaba instalada en la región, tuvo que tomar medidas responsables y por ende antipáticas para la ciudadanía en general.
Muchos quisieron su caída, muchos se fueron sin avisar; otros promovían el default, otros tantos fueron meros expectadores celosos de la valentía expresada a la hora de decidir y ejecutar de este Presidente Batlle.
La economía estuvo administrada por un estadista de lujo, Alejandro Atchugarry, con un equipo de técnicos jóvenes que se jugaron la camiseta; la agricultura, con el regalo de la aftosa, la dificultad resultó una gran oportunidad de transformación, de la mano de Martín Aguirrezabala, fortaleciendo la matriz cooperativista capaz de interpretar la nueva agricultura que llegaría al Uruguay. En turismo conocimos a Pedro Bordaberry, el creador de la marca Uruguay Natural, que supo liderar simultáneamente la cartera de Industria y hoy sabemos de su indiscutido compromiso y capacidad de trabajo en pos del Uruguay. Hoy todos agradecidos y orgullosos de la marca país.
Muchos se opusieron sistemáticamente a las pasteras; al aeropuerto Internacional de última generación; a la inversión en la terminal de contenedores del puerto de Montevideo; se opusieron a que EEUU nos ayudara financieramente para lograr salir de la crisis, lo que se evidenció en un crecimiento del 11% anual del PBI sin precedentes; pero muchos querían verlo caído y ver de rodillas al Uruguay.
Sabíamos que la gente no estaba pasando bien, había mucho por hacer, sabíamos que nuestra economía históricamente depende mucho de Argentina y Brasil, acreedores que dejaron de pagar por nuestras exportaciones, estaban en iguales problemas que el Uruguay. Sabíamos del corralito; de las corridas bancarias; de la quiebra argentina; de la caída de las torres en el norte; sabíamos todo pero igual querían verlo caer.
Sabíamos que era más fácil tomar medidas populistas ante la adversidad, sabíamos también que prevalecía la ética de la responsabilidad, con inmensos costos electorales para el Partido Colorado pero para un Batlle, siempre antes está el país, su gente y su prosperidad.
Quiénes tuvimos la fortuna de compartir militancia junto a él, nutrirnos de sus principios e ideales; enojarnos y asombrarnos con sus provocaciones; alegrarnos cuándo Jorge Batlle logró ser Presidente de todos los uruguayos, agradecemos su generosidad humana e intelectual.
Orgullosos cuando creó la Comisión para la Paz, un camino que posibilitó avances significativos, en su gobierno, referidos a los delitos de lesa humanidad y derechos humanos, en especial de las familias de ciudadanos desaparecidos en dictadura. Gracias
Fue invalorable profesionalmente compartir mano a mano, charlas en Anchorena; de la producción agropecuaria, con su incansable espíritu de reconvertir ineficiencia con mayor adopción de tecnología, con el entusiasmo de implementar la trazabilidad en diversos rubros productivos a nivel nacional; hablar de zootecnia y la mejora en cultivos de alta productividad como los que se realizaban en la estancia y en la zona litoral sur.
Compartir además, su preocupación por los problemas sociales, por la situación de emergencia que experimentaba el país, donde implementó impuestos temporales, obligado por las circunstancias, que eliminó en tiempo y forma cumpliendo con su palabra. Problemas sociales que le dolían y lo comprometían humanamente con la gente.
Tenía su particular mirada en relación a la equidad de género, respetable, no compartida en muchos aspectos, pero con los años, con indicadores contundentes en la región, utilizaba la ironía y el humor para hacernos saber su pensamiento y sus contradicciones.
Anchorena, un lugar con mucho simbolismo, la misma donde el Presidente Vázquez, un tiempo después, agradeció al gobierno de EEUU la ayuda gestionada por Jorge en la peor crisis económica que experimentó el Uruguay en décadas. Del default al agradecimiento….
Jorge nos enseñó a ser libres; un hombre derecho, honesto intelectualmente, no podía más que trasmitirnos las bondades de ser liberal, republicano, amar la democracia y al Uruguay.
Disfrutaba mucho del departamento de Colonia, nos recordaba que tenía un crisol de oportunidades, el agro; la industria; el turismo; el multiculturalismo; la historia; los puertos; Buenos Aires en la otra orilla; hablaba que Colonia del Sacramento tenía la fortaleza de la discordia, la que tanto lo identificó a él, en su lucha interna, entre lo que creía, decía y debía hacer.
..No debemos avergonzarnos de una mala votación, peor es claudicar en nuestras ideas, convicciones y luchas en pos de la libertad y la democracia, nos decía el Dr. Jorge Batlle.
Incomodar con nuestras miradas, en internas partidarias y en la sociedad civil organizada, nos ubica desde dónde queremos luchar; haber aprendido a no claudicar ante el oportunismo y conveniencia electoral, ante la ausencia de la ética de la responsabilidad, ante la comodidad de los desleales, es una manera de honrar a Jorge, al batllismo, a su forma de hacer política y percibir el mundo.
Eso nos enseñó Jorge, con casi 89 años, predicaba con acciones, una vida dedicada al Uruguay, dejó el alma en su tierra, cantando la justa, generoso, hablando valientemente de los temas que importan, más allá de diferencias ideológicas, para promover equidad, derechos, calidad democrática, justicia y prosperidad social en el país que tanto amaba.
Un país que sabrá respetarlo, con la complicidad del relato honesto de un tiempo histórico que perteneció a su gente y a las circunstancias que vivió la región y el mundo a inicios del siglo XXI.
Gracias Jorge.