El príncipe heredero
Ope Pasquet
Una de las figuras públicas cuya participación en las campañas electorales venideras suscita más comentarios y especulaciones, es la de Raúl Sendic.
Hace un tiempo, Tabaré Vázquez dijo que Sendic sería un buen compañero de fórmula. Desde entonces, el nombre del conductor de Compromiso Frenteamplista -así se denomina su agrupación, que vota con la lista 711- estuvo siempre en la conversación, si de candidaturas se trata.
Pero no sólo de candidaturas viven los dirigentes políticos.
En el mes de enero de este año hubo un asado en Punta del Este al que asistieron varios jerarcas de gobierno y dirigentes políticos y sindicales frenteamplistas. Las crónicas de entonces decían que los ministros Bonomi, Brenta y Olesker, el intendente fernandino De los Santos, el prosecretario de la Presidencia Diego Cánepa, el senador Eduardo “Lalo” Fernández, los sindicalistas Milton Castellano y Fernando Pereira, tres vicepresidentes del Frente Amplio (Rey, Passada y Castillo), y Raúl Sendic, entre otros, participaron de esa reunión de cúpula en la que se discutieron temas políticos y de gobierno.
En el mes de mayo, El Observador informaba que se estaba constituyendo una corriente dentro del movimiento sindical, encabezada por dirigentes afines a la lista 711. Un vocero del nuevo grupo expresaba que, en el plano político, se proponían apoyar la candidatura de Sendic al Senado.
Paralelamente, trascendía que el nucleamiento frenteamplista llamado Frente Unido (la Vertiente Artiguista más la lista 5005 y, eventualmente, Compromiso Frenteamplista), consideraba la posibilidad de promover la candidatura de Sendic a la Intendencia de Montevideo.
Hace unos días El País informó que el Partido Comunista estaría dispuesto a apoyar la candidatura de Sendic a la Vicepresidencia, pero que en realidad prefiere que sea candidato a la Intendencia capitalina.
El MPP, en cambio, se reunió la semana pasada con Sendic para decirle que no apoyaría su candidatura, ni a la Vicepresidencia ni a la Intendencia, por entender que el mantenimiento de los necesarios equilibrios internos de la coalición de gobierno requiere que el sector postule sus propios candidatos.
Estamos pues ante una figura política de primera magnitud, cuyo nombre parece ser de mención obligatoria cada vez que en “la fuerza política” se habla de las principales candidaturas, nacionales y departamentales. Por si lo anterior fuera poco, el líder de la lista 711 tiene hasta una corriente sindical que lo apoya y un “think tank” propio (Propuesta Uruguay 2030), como lo tiene cualquier precandidato importante que se precie de serlo.
Y bien: el punto al que queremos llegar es que el hombre que se ha movido con tanta habilidad y éxito en el tablero político como para lograr los resultados señalados, es el presidente del Directorio de ANCAP.
Los Directores de los Entes Autónomos y Servicios Descentralizados tienen prohibida la realización de cualquier acto público o privado de carácter político, salvo el voto (Constitución, artículo 77, numeral 4º). Tan radical es la prohibición constitucional, que los jerarcas mencionados (y otros funcionarios que la norma indica) no pueden siquiera autorizar el uso de su nombre con fines políticos.
Diga lo que diga la Constitución, lo cierto es que Raúl Sendic ha construido una carrera política desde la presidencia de ANCAP. Nadie es tan cándido como para creer que se logran los apoyos públicos que él ha logrado, desde Tabaré Vázquez hasta el Partido Comunista, pasando por Mujica y el movimiento sindical, sólo con el prestigio de que goza su apellido en la izquierda, ni con la aprobación que pueda merecer su gestión en ANCAP. Es obvio que se ha movido políticamente, y que ha sabido hacerlo muy bien.
El ascenso político de Sendic, desde un cargo a cuyo titular le está radicalmente prohibida toda forma de acción política, deja al desnudo otra gruesa fisura en nuestro Estado de Derecho. Los controles no funcionaron, pero no porque no se haya intentado que funcionaran. En la campaña electoral del año 2009, el Partido Colorado denunció formalmente ante la Corte Electoral la participación de Sendic en actividades proselitistas; la denuncia fue desestimada (algún día habrá que comentar esa triste sentencia de la Corte), y Sendic se envalentonó.
El Frente Amplio hubiese podido llamarle la atención y reclamarle cierto recato, pero es obvio que no quiso hacerlo. El apego a la Constitución no es rasgo que distinga a la coalición de gobierno, que sigue encolumnada detrás del presidente que dijo que “lo político está por encima de lo jurídico”.
Sendic anunció que, para ser candidato, renunciará a la presidencia de ANCAP en octubre. La empresa pública ya cumplió su función de plataforma política. El príncipe heredero se prepara para capitalizar electoralmente los frutos del trabajo de todos estos años, en los que tuvo prohibido ejecutar “cualquier acto público o privado de carácter político, salvo el voto”.