Mis Palabras en el Senado ante los hechos vividos en los últimos días

SEÑOR BORDABERRY.- Señor presidente: Heriberto, a quien todo el mundo conocía como el Negro Prati, salió a comer unos chivitos en Chivipizza y a tomar un helado, luego de lo cual se ofreció, junto con su esposa, a llevar a una amiga a la casa ya que le quedaba de camino.

      Fue asesinado el pasado sábado en la madrugada en la puerta de la casa de la amiga. Prati y su esposa la llevaron y cuando esta bajaba del auto, un malviviente en moto le quiso arrebatar la cartera. Prati, en una reacción automática, bajó a defender a su amiga, enfrentando de palabra a quien sería su posterior asesino. Luego de increpar al malviviente, este sacó un revólver de la cintura y le pegó un balazo en el medio de la frente. El asesino huyó, en primera instancia, con la cartera de la amiga de Prati, pero volvió enseguida a buscar más dinero dado que allí solamente encontró $ 300.

            Prati, según me confiaban sus amigos –no tuve la oportunidad de conocerlo–, era una persona de bien, de profundas convicciones humanistas. Era naval de profesión, y realmente amaba mucho esa actividad. En determinado momento debió dejar la Armada y dedicarse a gestionar una pequeña empresa que producía elementos de caucho de silicona. Dejar la Armada y en especial los barcos fue duro para él, pero lo hizo solo con la convicción de dejar algo digno a sus dos hijas, que hoy tienen entre 24 y 28 años.

            Perdió la vida con 56 años. Era, según dicen sus amigos, una persona que tenía una particular atracción con los jóvenes; era amigo de todos y tenía una capacidad especial de interactuar con ellos. Era un típico uruguayo: sano, trabajador, prototipo de una generación, con profundos valores de honestidad y de patriotismo, demócrata y con mucho amor por nuestro país. Sus padres eran fallecidos y él estaba casado en segundas nupcias hacía ya más de 20 años. Su esposa tiene dos hijos varones de su anterior matrimonio y, en su momento, vivieron todos juntos; no era fácil distinguir, en función de cómo se trataban, quiénes eran hijos de uno y de otro. Tenía un concepto de familia muy fuerte y supo ocupar el papel de padre de los dos hijos varones de su esposa.

            Ante este hecho cabe preguntarse qué nos está pasando como sociedad, qué está sucediendo hoy en Uruguay, que ocurren estas cosas. Sé que no se puede hacer alusiones políticas en la media hora previa y no voy a hacerlas; solo quiero dejar esa reflexión a este Cuerpo –en el que está representada toda la sociedad uruguaya– y también al Poder Ejecutivo. Creo que cuando ocurren sucesos como este habría que repensar si estamos haciendo las cosas bien.

            Su señora, María del Rosario Pujol, ayer a las once menos veinte de la noche escribió en las redes sociales algo que voy a leer y que espero conmueva a todos tanto como me conmovió a mí.

Dijo así:

«Hola a todos, no sé qué decirles, mucho es mi dolor, pero no puedo ni quiero dejar de agradecer el amor de mi Familia y de mis Amigos. Tampoco puedo dejar de agradecer a todos los que sin conocer a mi marido fueron a las marchas en busca de justicia y paz. Nuestra familia estaba en pleno, orgullosos porque ustedes peleaban con amor junto a nosotros. Estoy convencida de que su muerte no va a ser en vano, y por él voy a luchar para que nuestro país vuelva a ser seguro y feliz.

      No quiero escuchar que nuestros jóvenes se van por la inseguridad en que vivimos y no quiero encerrarme tras las rejas.

      Ruego a Dios me dé la fuerza de seguir.

      Con amor y alegría voy a recordarte siempre. Sos mi héroe, porque también yo estaba esa noche.

       No hacía mucho me habían robado y lastimado, y en ese momento que no estabas para ayudarme te sentiste impotente, dolido.

      No, mi amor, estuviste siempre a mi lado. Bien lo saben nuestros amigos que hasta corriste un ómnibus porque llegaste enseguida a auxiliarme.

      ¡Cuántos cuentos y risas hemos vivido! Seguíamos teniendo proyectos juntos…

      Bueno, podría decir mucho, pero estoy agotada. Solo gracias a la vida por estos años que compartimos y gracias a todos por su apoyo».

            Señor  presidente: pido que la versión taquigráfica de mis palabras sea enviada a todos los legisladores de ambas cámaras, a la Presidencia de la República y al Ministerio del Interior.

            Gracias.

 

 

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