Mis palabras en Encuentro de Trabajo entre legisladores argentinos y uruguayos en Martín García

Mis palabras en ocasión del Encuentro de Trabajo
entre legisladores argentinos y uruguayos
en Martín García el 25 de Abril de 2019

 

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En nombre de los legisladores de la República Oriental del Uruguay, y en mi calidad de Presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado, agradezco a los Presidentes de las delegaciones Argentina y Uruguaya por recibirnos hoy en esta histórica Isla de Martín García.

En este encuentro de trabajo de legisladores de las Comisiones de ambos parlamentos hemos conversado sobre la demarcación de los límites entre Martín García y Timoteo Domínguez, el dragado de los canales, el trabajo de la Comisión y la libre circulación de personas entre los dos países.

Lo que estamos haciendo hoy no es otra cosa que repetir lo que argentinos y uruguayos venimos haciendo hace más de doscientos años: cruzar este Río de la Plata que, a diferencia de otros ríos en otras partes del mundo, no nos separa sino que nos une.

Lo cruzó José Artigas cuando en 1810 fue a poner su espada a la orden de la Junta. Lo cruzaron a remo, pasando por aquí cerquita 33 orientales que salieron de San Isidro, desembarcaron en la Agraciada e incendiaron la pradera oriental con el fuego de la libertad.

Lo hacía el Capitán Juan de San Martín, padre del General José De San Martín cuando administraba la vieja Estancia de Nuestra Señora de Belén, la Calera de las Huérfanas, aquí cerca de Carmelo.

Lo hacía Esteban Etcheverría cuando formaba generaciones de patriotas de ambos lados del río en los principios republicanos que nos guían.

Lo hizo Domingo Faustino Sarmiento que cruzaba el río para veranear en la localidad de Santa Lucía, en Canelones y, de paso, concurría a la vieja Escuela de Artes y Oficios de Montevideo y participaba de sus fin de cursos.

Escuela de Artes y Oficios que era dirigida por el Dr. Pedro Figari quien, luego de una extensa carrera como abogado, defensor de oficio, legislador y director de la Escuela, se dedicó a la pintura.

¿Dónde pintó gran parte de sus obras?

Cruzó el río, desde Montevideo, y se instaló en San Antonio de Areco, en la provincia de Buenos Aires, en “La Porteña” propiedad de la familia Guiraldes. Aún hoy en el museo Guiraldes, en Areco, se encuentran unos cuadros formidables de Figari, quien junto con Blanes y Torres García son los más famosos y reconocidos pintores orientales.

Ricardo Guiraldes, hijo del propietario de la estancia donde recaló Figari, fue el autor de Don Segundo Sombra, e integró una generación formidable de argentinos de las letras. Entre ellos estaba Jorge Luis Borges.

Un Borges que también cruzaba el río, pero en sentido contrario, rumbo al Uruguay, a menudo. Incluso en su autobiografía recuerda un verano en esta misma Isla de Martín García, donde galopaba en un caballo tobiano.

Borges tenía una abuela uruguaya y pasaba muchos veranos en la quinta de sus primos en el Paso Molino en Montevideo. De grande volvería a esa ciudad una y otra vez instalándose en el viejo Hotel Cervantes de la calle San José.

Muchos de sus cuentos tienen lugar en el Uruguay. “El Duelo”, un enfrentamiento entre dos gauchos del Partido Nacional, en Cerro Largo. “La forma de la Espada”, en la estancia “La Colorada”, en Tacuarembó, “Funes el Memorioso” en Fray Bentos.

En esa misma época otro escritor, uruguayo, nacido en el Salto oriental, Horacio Quiroga, cruzaba el río en sentido contrario para instalarse primero en el Tigre y luego en la Selva misionera donde escribiría sus cuentos de la selva.

Un Tigre donde otro artista uruguayo, Carlos Paéz Vilaró construiría su casa y pasaría muchos inviernos en una replica de la Casapueblo de Punta Ballena donde recibía a cientos de visitantes en el verano.

Otro artista plástico, pero argentino, García Uriburu, cruzaba en sentido contrario para donar sus obras que se exhiben en el Cuartel de Dragones de Maldonado.

Si vamos al deporte que nos une, nos encontramos con una gran cantidad de futbolistas que cruzan este río en uno y otro sentido.

“La gente ya ni come para ver a Walter Gómez“ cantaba la hinchada de River Plate argentino en los años cincuenta. Gómez había tenido un problema en un clásico en Montevideo y por eso no era citado al seleccionado nacional uruguayo. Emigró a Buenos Aires y el día en que Uruguay le ganó a Brasil en Maracaná, el 16 de Julio de 1950 y se coronó campeón del Mundo, jugaban River Plate y San Lorenzo. Cuando llega la noticia de que Uruguay era campeón del mundo, el árbitro paró el partido para que los compañeros de Walter Gómez lo levantaran en andas.

Francescoli, Alzamendi, ayer, hoy Mayada y De la Cruz, siguen ese camino.

Como lo hicieron en Boca Juniors el maestro Tábarez, o Ariel Krasouski (formado en el mejor equipo del Uruguay, el Montevideo Wanderers) ayer y Naithan Nández hoy.

El Chivo Pavoni fue multicampeón de América con Independiente, Rúben Paz y Juan Ramón Carrasco se lucieron en Racing y tantos más.

También argentinos en Uruguay. El cordobés Juan Eduardo Hohberg defendió a Uruguay en el mundial de 1954. Luis Artime fue un tremendo goleador del Nacional Campeón del Mundo, al igual que Ermindo Onega en Peñarol. Luego Marcelo Gallardo y hoy Lucas Viatri en Peñarol y Gonzalo Bergessio en Nacional.

Como se lucen, juntos, Lionel Messi y Luis Suárez en el mejor equipo del mundo, uno con la clásica habilidad y capacidad argentina y el otro con la garra y el temperamento uruguayo, señaladonos que juntos podemos lograr muchas cosas.

En otros deportes también sucede algo parecido.

Pelón Stirling junto a Adolfito Cambiasso en La Dolfina en el Polo. Calfani en San Lorenzo en Basquetbol como ayer Paolo Quinteros en el Trouville de Montevideo.

Ni que hablar, Señor Presidente, del turf, con Irineo Leguísamo ayer y Pablo Falero hoy ganando estadísticas.

Y la música. La música que también es rioplatense: el tango.

No voy a entrar en la discusión, eterna, sobre Carlos Gardel porque para nosotros los uruguayos la duda es si nació en Tacuarembó o en Tacuarembó.

Lo cierto es que más allá del lugar de su nacimiento, Gardel como el Tango, es rioplatense.

El himno de los tangos, “La Cumparsita”  fue obra del uruguayo Becho Mattos Rodriguez, pero quien lo tocó por primera vez en público, en el viejo Bar La Giralda de la Plaza Independendencia, en Montevideo, fue el maestro argentino Firpo. Cinco bises le pidieron esa noche.

Toda esta historia en común, todo este ir y venir por este río que nos une, nos ha traído hoy a los legisladores de ambas márgenes hasta Martín García.

Quizás para hacer realidad aquellas palabras de Borges. Las que nos dedicó a los uruguayos en su Milonga para los Orientales.

Esa que en sus estrofas finales dice: “Milonga para que el tiempo vaya borrando fronteras, por algo tienen los mismos colores las dos banderas”