Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer
Hoy en conmemoración del día internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, debemos tomarnos unos minutos para reflexionar acerca de la importancia de establecer una sociedad en pie de igualdad, que permita el desarrollo integral de las personas. Esto no implica que dediquemos solamente estos minutos a conquistar sueños por la no violencia, por el contrario, es un desafío permanente que nos impulsa a avanzar día a día. Es importante que tomemos en cuenta que esta lucha y este tiempo de evaluación interna debe ser multiplicador, en el sentido de que deben comprometerse muchísimas más personas.
Como sociedad, debemos contribuir cotidianamente a lograr una igualdad en el acceso a la educación, a la capacitación en ciencia, tecnología y política, para que este mundo que habitamos hombres y mujeres sea construido verdaderamente por hombres y mujeres.
No podemos concebir una sociedad sana si persisten hechos de violencia, discriminación, desigualdad ‑que también es violencia‑, falta de libertad y de justicia. Esta percepción da una idea de lo mucho que aún nos falta por evolucionar. Ningún país puede decir que está totalmente libre de violencia cuando existe discriminación, menosprecio, agresión física, psicológica y, lo más grave, asesinato.
Anualmente, cientos de mujeres caen en manos de sus parejas, y no solamente en Uruguay sino en todo el mundo. Muchas veces, la mujer comienza a sufrir esa violencia desde muy temprana edad, durante la infancia, en la propia casa donde habita, en el entorno familiar. Así, se van desarrollando en las mujeres códigos insanos, carentes de valores constructores. Son seres sociales de muy baja autoestima, propensas a desarrollar perfiles de víctimas en algunos casos y, en otros, de victimarias, según como actúe ese mecanismo de defensa en la mujer.
La intimidad de hogar conduce a que estas agresiones no siempre trasciendan delos límites de la propia familia. Muchas veces, esa víctima que sufre la violencia en silencio se siente avergonzada y hasta con un gran sentimiento de culpa.
Los rasgos más visibles del maltrato son las agresiones físicas, y aquellas que más trascienden son los asesinatos, pero también está el maltrato psíquico, que logra mantenerse en el tiempo, socavando la autoestima de la mujer, que no posee marcas que corroboren su condición de víctima, de mujer que está siendo violentada. Como sociedad, debemos proponer que cada uno de nosotros asuma que no quiere ser cómplice de esta triste realidad que crece, como vemos en nuestro país.
El silencio es un arma mortal que empuña el desarrollo de esta realidad. Cada vez que callamos, estamos dando lugar a que el maltrato a una mujer continúe.”No más silencios” debe ser nuestro compromiso; “No más encubrimientos” y, por sobre todas las cosas, tratar de apoyar a esa víctima, que está en desigualdad de condiciones. Propongo que seamos la voz, ya que la de ellas, generalmente, está amordazada por el miedo, por la intimidación. Aquí es donde me comprometo y los comprometo a abrir nuestro corazón a esta realidad tan triste y decir basta, de una vez por todas, a la violencia contra la mujer. Construyamos, entre todos, una sociedad sana, con una vida digna para cada mujer de nuestro país.